Sé que es una mamonería poco entendible el título que he decidido darle a este post, pero honestamente no se me ocurrió otro. Además, si en las guerras existen los partes (informes acerca de las tácticas, estrategias, avances y bajas), por qué no habría de existir también un parte acerca de lo hecho en las vacaciones. Aunque realmente haya hecho muy poco.
Como suele suceder cuando hay un plan, muy pocas cosas resultan conforme lo planeado.
Así, yo había planeado pasar las vacaciones golfeando, tirado como bolsota en mi cama, intoxicando mi cerebro con las series de Fox, Sony y Warner Chanel e ingiriendo una que otra cheve por las tardes. Esto, por supuesto, sin olvidar mi (equi)vocación intelectual; es decir, también había planeado leer alguna novela o trabajar en la redacción de un cuento para cierto certamen del que tuve ocasión de enterarme hace poco.
Sin embargo muy poco –sino es que nada- de eso resultó como lo concebí.
Para empezar el mismo viernes que empezaron las vacaciones me fui a tomar unas cervezas con unos colegas, quesque para festejar el inicio de las vacaciones. El plan era sólo tomar un par de chelas, pero las circunstancias me obligaron a perder la cuenta a partir de la sexta jarra.
Al siguiente día, con una resaca de los mil demonios tuve que levantarme temprano, porque había un desayuno familiar para festejar el cumpleaños de la abuela; luego, al medio día aun sin reponerme de la cruda realidad tuve que viajar a otra ciudad cercana al DF, porque en la tarde tendría lugar el Festival de la Canción de la escuela en la que estudia mi sobrina. Y siendo yo su manager y vocalizador, pues tenía que estar presente.
Ya por la noche, y luego de suspenderse el festival por un imprevisto que bien podía anticiparse (los organizadores lo hicieron en un foro al aire libre a sabiendas de que podría llover, tal como sucedió), nos fuimos a bailar a un antro (es terrible observar la evolución del significado de esta palabra) muy chafa; de diseño costumbrista.
La verdad ni siquiera lo disfruté porque estaba muy cansado y porque tristemente me di cuenta de que estoy fuera de práctica en eso de la bailada; lo cual me preocupa porque antes sabía bailar muy bien. De hecho lo sigo haciendo, pero sólo con unos cuantos alcoholes encima.
… en fin, que justo cuando estaba escribiendo muy concentrado este post, entró una llamada que tuve que atender y me cortó la inspiración. Así que seguiré escribiendo en otra ocasión.
Como suele suceder cuando hay un plan, muy pocas cosas resultan conforme lo planeado.
Así, yo había planeado pasar las vacaciones golfeando, tirado como bolsota en mi cama, intoxicando mi cerebro con las series de Fox, Sony y Warner Chanel e ingiriendo una que otra cheve por las tardes. Esto, por supuesto, sin olvidar mi (equi)vocación intelectual; es decir, también había planeado leer alguna novela o trabajar en la redacción de un cuento para cierto certamen del que tuve ocasión de enterarme hace poco.
Sin embargo muy poco –sino es que nada- de eso resultó como lo concebí.
Para empezar el mismo viernes que empezaron las vacaciones me fui a tomar unas cervezas con unos colegas, quesque para festejar el inicio de las vacaciones. El plan era sólo tomar un par de chelas, pero las circunstancias me obligaron a perder la cuenta a partir de la sexta jarra.
Al siguiente día, con una resaca de los mil demonios tuve que levantarme temprano, porque había un desayuno familiar para festejar el cumpleaños de la abuela; luego, al medio día aun sin reponerme de la cruda realidad tuve que viajar a otra ciudad cercana al DF, porque en la tarde tendría lugar el Festival de la Canción de la escuela en la que estudia mi sobrina. Y siendo yo su manager y vocalizador, pues tenía que estar presente.
Ya por la noche, y luego de suspenderse el festival por un imprevisto que bien podía anticiparse (los organizadores lo hicieron en un foro al aire libre a sabiendas de que podría llover, tal como sucedió), nos fuimos a bailar a un antro (es terrible observar la evolución del significado de esta palabra) muy chafa; de diseño costumbrista.
La verdad ni siquiera lo disfruté porque estaba muy cansado y porque tristemente me di cuenta de que estoy fuera de práctica en eso de la bailada; lo cual me preocupa porque antes sabía bailar muy bien. De hecho lo sigo haciendo, pero sólo con unos cuantos alcoholes encima.
… en fin, que justo cuando estaba escribiendo muy concentrado este post, entró una llamada que tuve que atender y me cortó la inspiración. Así que seguiré escribiendo en otra ocasión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario