De vuelta al periplo dilematoso
Conocedor pues, del leguaje policíaco y sus denotaciones, una vez que le comuniqué al polecia del estacionamiento mi pretensión de que él le entregase el libro a la doctora corazón, comencé a interpretar su lenguaje desde el momento mismo en que se rascó la cabeza, hizo una ligera mueca y respondió que sí, para retroceder inmediatamente:
-Oiga joven, ¿y si me pregunta que quién le mandó el libro?
-Pues dígale que no se acuerda; que estaba muy ocupado y que ni le vio la cara al que lo trajo.
-No mi joven, eso sí que va estar difícil; es que usté me está obligando a mentir y pus ora si que aquí donde me ve de humilde, pus soy bien honesto y no me gusta decir mentiras. Así que yo creo que no se va a poder.
[Como se puede observar, en la reticencia inicial se encuentra la primera aunque tenue insinuación de hacerle una propuesta indecorosa]
-Ándele poli, no le cuesta nada.
-Pus ‘ora sí que ese es el problema joven. Además, lo que sea de cada quien, yo sí tengo una buena memoria.
[Si bien en el lenguaje humano este último enunciado no tiene otra significación más que la de que el policía es, en efecto, un hombre dotado de buena memoria, en la jerga policíaca significa: “a ver, ya me di cuenta de lo que tramas, así que si no me das un billete, revelo tu identidad y entonces sí que tendrás problemas; así que vamos viendo de a cómo no te hago el favorcito]
Ante una situación en la que el agudo olfato de un policía percibe la importancia de lo que se le pide que haga, y trata de sacar el mayor provecho monetario, las opciones son básicamente tres: a) hacerse el desentendido, que es la menos viable, porque si el policía habla, entonces sí que habrá problemas; b) indignarse, que es todavía peor que la opción a), porque entonces el policía podría exagerar al momento de hablar; y c) ser realista y caerle con el billete, que es la menos peor, porque aun cuando significa corromper al policía, es por una buena causa.
Es obvio que, contrariando a la campaña anti corrupción de los campeones de la ética y la moral de Televisa (si no se ha percibido la ironía la confirmo: estoy siendo irónico), no tuve el valor y me valió (madres) corromper al polecia con 100 pesotes:
-Mire poli, no me lo tome a mal, pero si le da el libro sin decirle quién vino a dejárselo, le doy p’al chesco. Tenga.
En otras circunstancias hubiera aceptado gustoso y ahí se hubiera acabado el problema; sin embargo, como cometí el error de hacerle notar lo importante que era para mí que cumpliera tal cual mis instrucciones, al polecia le pareció muy poco dinero, y así me lo hizo saber:
-Hijole joven, ¿y qué tal si me acuerdo a la mera hora? Es que a usté ya lo he visto por acá hartas veces cuando deja su coche en los cajones de visitantes. Además la doctora es su novia ¿no?
En ese momento no sé por qué me acordé de la mamá del policía de forma quizá un tanto eufórica. Sin embargo conservé la calma y teniendo que desembolsar otros 100 pesos le dije:
-Ándele poli, para que se compre su chesco de tres litros- a lo que el policía jijo de su tal por cual respondió:
-Sale joven, como que ya ni me acuerdo. Y pus ya al rato que se vaya la doctora le doy su libro…
Sí, estimados lectores, sé que están pensando que además de biblio-cleptómano, lector de banalidades literarias, trivial, fatuo, pretencioso y deshonesto, también soy inmoral. Pero no me juzguen como un monstruo sólo por tratar de salvar a la doctora corazón de la penosa necesidad de tener que confesar que me mintió al decirme que el libro que “perdió” era una novela de Coetze.
En realidad, si corrompí al policía fue por amor. Y yo no le llamaría a ese acto deshonestidad, sino actuación maquiavélica, en el sentido en que el fin (evitar que la doctora corazón confesara su mentira y yo el hecho de haberle sustraído su libro sin su permiso y menos aún, su conocimiento) justificó los medios, es decir, los 200 pesos -que por cierto, bien me hubieran alcanzado para comprar una novela decente publicada por Anagrama, Tusquets o Alfagura- y la voluntad comprada del policía.
Sin embargo ahí no acabó el asunto, porque esa misma noche la doctora corazón me llamó por teléfono entre asustada y curiosa, para relatarme lo acontecido en el estacionamiento, y preguntarme quién habrá sido el misterioso sujeto que fue a regresarle su libro.
Y mientras se le pasa la inquietud, ahora quiere que vaya por ella el resto de la semana; lo que supone tener que ver al policía y, eventualmente, negociar la prolongación de su amnesia temporal.
En fin, eso me gano por andar leyendo cosas que no debía. Si ya decía yo que la literatura light nunca deja nada bueno…
Pero como sea, en el remoto caso de que la deshonesta verdad se descubra, ya tengo un chivo expiatorio, o más bien una chiva expiatoria –que no es precisamente del Guadalajara- a quién echarle la culpa: Carolina Dosetti, que en una charla por el messenger el martes por la noche, me ayudó a concebir el plan.
¿Estaré volviéndome cínico y perverso?
Conocedor pues, del leguaje policíaco y sus denotaciones, una vez que le comuniqué al polecia del estacionamiento mi pretensión de que él le entregase el libro a la doctora corazón, comencé a interpretar su lenguaje desde el momento mismo en que se rascó la cabeza, hizo una ligera mueca y respondió que sí, para retroceder inmediatamente:
-Oiga joven, ¿y si me pregunta que quién le mandó el libro?
-Pues dígale que no se acuerda; que estaba muy ocupado y que ni le vio la cara al que lo trajo.
-No mi joven, eso sí que va estar difícil; es que usté me está obligando a mentir y pus ora si que aquí donde me ve de humilde, pus soy bien honesto y no me gusta decir mentiras. Así que yo creo que no se va a poder.
[Como se puede observar, en la reticencia inicial se encuentra la primera aunque tenue insinuación de hacerle una propuesta indecorosa]
-Ándele poli, no le cuesta nada.
-Pus ‘ora sí que ese es el problema joven. Además, lo que sea de cada quien, yo sí tengo una buena memoria.
[Si bien en el lenguaje humano este último enunciado no tiene otra significación más que la de que el policía es, en efecto, un hombre dotado de buena memoria, en la jerga policíaca significa: “a ver, ya me di cuenta de lo que tramas, así que si no me das un billete, revelo tu identidad y entonces sí que tendrás problemas; así que vamos viendo de a cómo no te hago el favorcito]
Ante una situación en la que el agudo olfato de un policía percibe la importancia de lo que se le pide que haga, y trata de sacar el mayor provecho monetario, las opciones son básicamente tres: a) hacerse el desentendido, que es la menos viable, porque si el policía habla, entonces sí que habrá problemas; b) indignarse, que es todavía peor que la opción a), porque entonces el policía podría exagerar al momento de hablar; y c) ser realista y caerle con el billete, que es la menos peor, porque aun cuando significa corromper al policía, es por una buena causa.
Es obvio que, contrariando a la campaña anti corrupción de los campeones de la ética y la moral de Televisa (si no se ha percibido la ironía la confirmo: estoy siendo irónico), no tuve el valor y me valió (madres) corromper al polecia con 100 pesotes:
-Mire poli, no me lo tome a mal, pero si le da el libro sin decirle quién vino a dejárselo, le doy p’al chesco. Tenga.
En otras circunstancias hubiera aceptado gustoso y ahí se hubiera acabado el problema; sin embargo, como cometí el error de hacerle notar lo importante que era para mí que cumpliera tal cual mis instrucciones, al polecia le pareció muy poco dinero, y así me lo hizo saber:
-Hijole joven, ¿y qué tal si me acuerdo a la mera hora? Es que a usté ya lo he visto por acá hartas veces cuando deja su coche en los cajones de visitantes. Además la doctora es su novia ¿no?
En ese momento no sé por qué me acordé de la mamá del policía de forma quizá un tanto eufórica. Sin embargo conservé la calma y teniendo que desembolsar otros 100 pesos le dije:
-Ándele poli, para que se compre su chesco de tres litros- a lo que el policía jijo de su tal por cual respondió:
-Sale joven, como que ya ni me acuerdo. Y pus ya al rato que se vaya la doctora le doy su libro…
Sí, estimados lectores, sé que están pensando que además de biblio-cleptómano, lector de banalidades literarias, trivial, fatuo, pretencioso y deshonesto, también soy inmoral. Pero no me juzguen como un monstruo sólo por tratar de salvar a la doctora corazón de la penosa necesidad de tener que confesar que me mintió al decirme que el libro que “perdió” era una novela de Coetze.
En realidad, si corrompí al policía fue por amor. Y yo no le llamaría a ese acto deshonestidad, sino actuación maquiavélica, en el sentido en que el fin (evitar que la doctora corazón confesara su mentira y yo el hecho de haberle sustraído su libro sin su permiso y menos aún, su conocimiento) justificó los medios, es decir, los 200 pesos -que por cierto, bien me hubieran alcanzado para comprar una novela decente publicada por Anagrama, Tusquets o Alfagura- y la voluntad comprada del policía.
Sin embargo ahí no acabó el asunto, porque esa misma noche la doctora corazón me llamó por teléfono entre asustada y curiosa, para relatarme lo acontecido en el estacionamiento, y preguntarme quién habrá sido el misterioso sujeto que fue a regresarle su libro.
Y mientras se le pasa la inquietud, ahora quiere que vaya por ella el resto de la semana; lo que supone tener que ver al policía y, eventualmente, negociar la prolongación de su amnesia temporal.
En fin, eso me gano por andar leyendo cosas que no debía. Si ya decía yo que la literatura light nunca deja nada bueno…
Pero como sea, en el remoto caso de que la deshonesta verdad se descubra, ya tengo un chivo expiatorio, o más bien una chiva expiatoria –que no es precisamente del Guadalajara- a quién echarle la culpa: Carolina Dosetti, que en una charla por el messenger el martes por la noche, me ayudó a concebir el plan.
¿Estaré volviéndome cínico y perverso?
10 comentarios:
Respondiendo a la pregunta final de tu post,
no, para nada y mucho menos mentiroso.
De eso no queda duda alguna. ¡JA!
¡Ah! ¿No lo eras ya? Qué decepción...
¡Presente!
JM
Qué bárbaro!!!! Sacaste al cínico que llevabas dentro pero ni te preocupes que tu mente perversa te dará para más y seguir siendo el actor intelectual y hasta material de tamañas atrocidades jajajaja por lo menos hasta que otro logre reemplazarte. Hablando en serio, hiciste lo que tu conciencia te marcó y por amor que es aún mejor. Suerte con la Doctora Corazón y con respecto al "polecía" pues un saludo a él y a su familia.
200 pesos por ese servicio? Desde luego, eres un gran escritor y un pésimo hombre de negocios!!
Enhorabuena!
wooow!!!!!
sigue aumentando la lista!!! mmm..en que nos habíamos quedado? a sí ladrón; (continuo)corrupto...notese ahora que no he escrito ladrón y corrupto, sino ladrón; corrupto y puntos suspensivos, porque comienzo a pensar que esa lista continuará...
no del todo mal su solución, mas debe reconocer que eso le resta como a muchos en este mundo la gran y necesaria virtud de saber pagar el precio de su error.
oiga, aunque comprendo perfectamente su postura, creo que el hecho de que la doctora corazón conociera la verdad los hubiera ayudado a ambos a tomar más a la ligera sus gustos literarios; ha analizado usted lo terrible que es mentir a alguien por vergüenza a que se burle de nosotros y la tremenda violencia sicologica que esto causa...
"resuelva este dilema ahora"
posiblemente pensará que soy cruel por no dejarlo vivir en paz...sin embargo puede usted tener la oportunidad de empezar a hacer mi lista de defectos...
Cuidese!!! los extorsionadores acostumbran sacar el mayor provecho de las situaciones, dudo que los 200 pesos sea lo único que tenga que pagar...
ha escuchado esa frase que sabiamente versa: "una mentira lleva a otra mentira" no le digo? empiezo a creer que eso de que le gusta la vida complicada es realidad...
le deseo una magnifica semana...
saludos y lo leo luego. bye.
EN A.L pasan puras cosas entrete menos en Chile, acá los pacos son más sinicos, pero tienen buen prestigio su institución....
la corrupción!!! por que será?...
jajajaj
Saludos
jajajaja, buenisima tu historia...muy divertida.
Como has estado, aca yo estoy reportandome, Para que veas que aunque esporádicamente, tambien me doy mi tiempo para venir a ver que cosa se te ocurre hoy. Y aunque no parezca si que me acuerdo de tí.
Bueno, afortunadamente veo que te ha ido muy bien con respecto a los asiduos a tu muy "humilde" morada del internet y espero que siga así. Cuidate mucho. Bueno bye.
jajajaja terrible tu solución, no creo que valiera la pena, pero si es suficiente para ti y crees que protegiste a tu doctora, está bien. Pero confiesa... te protegiste más a ti y eran más las ganas de evitar que supiera que leíste ese libro que descubrir a la Dra. Corazón!
Estimado Doctor Gregory House (jajajaja, me salió espontáneo pero muy atinado, no lo cree?), no me sorprenden sus bajezas morales ya que lo conozco desde hace tiempo y s{e de lo que es capaz maquiavelin.
Y bueno, qué le puedo decir. Yara me cae muy bien y no se merece que usted la aterre de tal manera, que le dé miedo leer a Dan Brown frente a usted. Pero ni modo, cada quien sus fobias.
Cuídese
M.S
Wow!! parece que sacaste esta hstoria de "el libro de los amores ridiculo". Bien dicen que el amor es una excusa valida para cometer cualquier tonteria!?... Y al ser humano que le (nos) encanta complicarse la existencia. En fin, que todo te salga super bien. Muchos saludos!!.
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