La violencia asociada al narcotráfico se explica en gran medida por el hecho de que no existe una autoridad que se ubique por encima de los agentes en competencia para imponer reglas mínimas y sanciones a prácticas anticompetitivas. Esa autoridad, en el caso de las actividades económicas legales, es alguna instancia reguladora como la Comisión Federal de Competencia, que se encarga de vigilar que los oferentes de bienes y servicios en los diferentes mercados interactúen en una atmosfera de relativa paridad, a fin de que sean los consumidores quienes dedican por cuál opción optar.
Descabezados y "cocinados". Un caso de violencia patológica.
No obstante, es necesario no perder de vista que la legalización no implica que la debilidad de las instituciones encargadas de garantizar la seguridad pública, así como su falta de coordinación y la torpeza de sus operadores para ejecutar programas, políticas y estrategias preventivas, sean subsanadas automáticamente. Al respecto, la insistencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno en endosar a la delincuencia organizada los problemas de inseguridad y descomposición del tejido social es un recurso bastante burdo para ocultar o justificar su incapacidad para afrontar un problema que ha transitado desde lo meramente coyuntural, hacia una dimensión estructural; esto es, que la inseguridad y los niveles de violencia ya no se explican solamente por la necesidad de las personas de delinquir para sobrevivir, pues fenómenos como los de el “Mochaorejas” y el “Pozolero” son indicadores de que algo se descompuso profundamente en el seno de la sociedad, al punto de generar individuos cuyo nivel de saña y resentimiento son tan patológicos como paradigmáticos.
Ellos deberían de garantizar la seguridad pública.
De manera pues, que inseguridad pública y narcotráfico si bien son dos problemas íntimamente relacionados, tienen dimensiones distintas; de ahí que pensar que la legalización de los estupefacientes puede ser una solución para la inseguridad y la violencia resulta ingenuo. Para ese problema son necesarias otras estrategias de carácter social y no meramente policíaco, como obtusamente se empeñan en proponer el gobierno Federal y la gran mayoría de los gobiernos estatales.
Y como el tema da para mucho más, seguiremos analizándolo por entregas. Por el momento presento aquí algunos datos de las dimensiones económicas del narcotráfico y de la viabilidad de legalizarlo, no sin antes poner énfasis en la importancia de que en la actualidad existen las condiciones para debatir el tema. De manera que legalizar o no legalizar no es la cuestión; sino más bien si la clase política estará dispuesta a asumir ese costo y transformarlo en una ganancia para el futuro próximo.
Numeralia de la dimensión económica del narcotráfico:
-Según cifras dadas a conocer por el Departamento de Estado de Estados Unidos, las ganancias anuales del narcotráfico en México son de entre 25 mil y 40 mil millones de dólares, con la participación aproximada de 450 mil personas, de las cuales 150 mil participan directamente (distribución y comercialización) y 300 mil en forma indirecta (actividades de producción); esto sin contar a las redes de informantes (“halcones”) y menudistas (propietarios de las “tienditas”).
-Para situar en una dimensión comparativa lo que significan las ganancias económicas provenientes del narcotráfico, es preciso tener en cuenta que los ingresos por remesas son del orden los 21 mil millones de dólares; mientras que los ingresos por turismo oscilan entre los 11 mil y 12 millones de dólares.
-La producción anual promedio de mariguana en el país es de entre 16 mil y 18 mil toneladas, orientadas al mercado norteamericano; mientras que la producción de heroína es de 18 toneladas.
- De acuerdo a Guillermo Garduño Valero, investigador de la UAM, las estimaciones oficiales de las ganancias son demasiado conservadoras, pues “producir un kilo de cocaína pura en términos reales, si esto fuera legal, sería de aproximadamente unos 250 dólares, pero en Colombia donde se genera el mayor volumen, allí tendría un valor de 2,500 dólares, cuando llega a Panamá ya tiene un costó de 4,500 dólares, cuando llega a Guatemala ya tiene un valor de 11 mil, llegando a México de 16 mil, llegando a la frontera de 35 mil y llegando al mercado norteamericano al menudeo se obtiene una utilidad de 132 mil dólares”.
-Ante este panorama una pregunta obligada es: ¿dónde se convierte este dinero ilícito en “gaancias lícitas”? ¡Exacto! En el sistema financiero. La siguiente pregunta entonces es: ¿quiénes controlan el sistema financiero? Así es: los grandes corporativos como Citigroup, Barclays y Deutsche Bank que tienen capacidad para presionar a las autoridades hacendarias de los respectivos países en los que tienen operaciones. Cuando el supuesto combate al narcotráfico llegue hasta aquí, entonces tendremos razones de peso para creer que es real.