La narrativa religiosa hindú da cuenta del “sueño de Brahma”, aquel dios que como se sabe, forma parte de la Tri-murti (creación, preservación y destrucción) engendrada por Ammavaru, dios de dioses.
Según algunos relatos, Brahma nació en el sueño de Vishnú, dormido en un profundo Yoga Nidra (sueño extático) que dio origen al Universo. No obstante, en tanto deidad creadora, es Brahma el que en su mente confiere existencia a toda la materia.
De hecho, los engendros de su mente son llamados mana-putras, de lo que se sigue que si el hinduismo fuera la única religión existente, todos seríamos hijos de putra, es decir, de la mente de Brahma.
Esta narración religiosa es asombrosa y fascinante, sobre todo si se mira desde una perspectiva literaria. El Universo, el mundo, los hombres, la materia toda, no son más que pensamientos en la mente de un dios (Brahma) que, a su vez, es el sueño de otro dios (Vishnú) que en realidad surgió de una emanación desprendida de un dios último (Ammavaru), que es el único que conoce la realidad conciente, porque es el único que realmente está despierto.
Y a partir de esta idea se puede entrelazar la narrativa religiosa hindú con el argumento principal de la obra de Calderón de la Barca, que plantea precisamente que la vida es un sueño.
Hacia mediados del siglo XVII, Pedro Calderón de la Barca, poeta y dramaturgo español, escribió La vida es un sueño, una tragedia inscrita en la mejor tradición de la herencia griega del teatro, que en el mismo siglo recupera Shakespeare en Inglaterra.
Para quienes no han tenido la oportunidad de leer esta magnífica obra escrita en verso, hay que decir que la trama se centra el personaje de Segismundo, hijo del rey de Polonia.
El oráculo consultado el día del nacimiento de Segismundo, predijo que éste sería un tirano si llegase a convertirse en el rey de Polonia, motivo por el cual su padre manda a encerrarlo en un calabozo.
Durante su larga reclusión, que evoca la platónica alegoría de la caverna, Segismundo reflexiona acerca del sentido de realidad de su reclusión, y se pregunta si ésta no sería más que un sueño, del cual algún día habría de despertar.
Por supuesto que a la reflexión del personaje se le podrían aplicar diversas interpretaciones psicológicas y filosóficas (por ejemplo, una suerte de resignado estoicismo). Pero lo importante, lo verdaderamente sustancial, es la reflexión misma, el pensar, preguntar, si acaso la realidad es un sueño y la vida, la auténtica vida, parafraseando a Milan Kundera, está en otra parte.
¿Qué tal si nosotros, tu y yo, lector, lectora, somos un sueño en la mente de un alguien más que reposa tranquilamente en su cama, disfrutando de una plácida siesta vespertina?
¿Qué tal que soy yo, quién al pensarte como posible receptor de estas líneas, soy quien te otorga existencia en el momento preciso en que me lees, porque sólo existes en mi mente?
¿O qué tal que ambos somos personajes en la mente de un escritor que al plasmar sus ideas en un folio blanco, o en el procesador de textos de su computadora, nos concede vida momentánea, para luego regresarnos a habitar algún recóndito lugar de su imaginación, como lo sugiere Jostein Gaarder en El mundo de Sofía?
Desde luego que estas preguntas son para pensarse en un momento de ocio, posiblemente en alguna noche clara, sentado en el sillón frente a la ventana abierta de tu habitación, con una aspirina y un vaso con agua en la mesita contigua, mirando la inefable lejanía de las estrellas dispersas por todo el firmamento, acaso tratando de vislumbrar a aquel que por medio de su sueño te ha concedido existir…
Ya nada más como cereza en este pastel pseudo filosófico, dejo aquí el Soliloquio de Segismundo, con la recomendación de leer a la primera oportunidad esta genial obra de Calderón de la Barca:
Soliloquio de Segismundo
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
P.S 1 Bien por los gloriosos Pumas de la UNAM. Ya están en los cuartos de final del fut. Ojalá que diosito se apiade de ellos y de sus aficionados, entre los cuales me cuento yo. Sí, me gusta el fut, ¿y?
P.S 2 Fernando del Paso, el autor de “Noticias desde el Imperio”, que es una novela infumable que no terminé, dijo en la FIL de Guadalajara que simpatiza con Hugo Chávez porque se preocupa por su pueblo… la senilidad y sus consecuencias… en fin, algún día llegaré a esa edad, pero cuando eso suceda y declare públicamente mi simpatía con algún tiranito tropical, por favor mátenme en caliente.