Ciertamente no fue fácil. Pero el método que empleé (que rara se ve la conjugación en pretérito perfecto simple de esta oración) para superarlo resultó muy efectivo; aunque no estuvo exento de algunos contratiempos.
Es que eso de leer a Cioran y no morir en el intento, es para los aficionados a la filosofía, lo que saltar en bungee para los extreme sports players.
Cioran es todo oscuridad, repulsión y sordidez; pero principalmente magnetismo. De manera que aproximarse a sus textos comporta el riesgo de ser inevitablemente arrastrado por ellos al abismo de la nada, donde el espíritu de aquel rumano apartida -como a si mismo se calificó- nadea. Sí, nadea. Cualquier cosa que eso signifique (según Heidegger).
Así que contra ese riesgo el mejor remedio es sumergirse en lo mundano, hacer todo aquello que al autor del Breviario de Podredumbre le provocaría nauseas. Y es precisamente eso lo que he hecho durante toda esta semana.
Para empezar dejé mi cochi en casa y viajé en transporte público; pues qué mejor forma de empaparse de lo mundano, que subirse a un “pesero”, soportar el mal carácter del sociópata conductor, los gritos histéricos del locutor de la estación radiofónica que sintoniza, y los variados olores y texturas del resto de los pasajeros.
Después decidí poner atención al programa de televisión que siempre pasan a la hora de la comida en algún canal de Televisa, cuyo nombre es –el del programa- 12 Corazones y es el favorito de la chica que me atiende en el lugar donde habitualmente como. La verdad debo confesar que fue un martirio aguantar la transmisión de ese programa, pero con tal de contrarestar la influencia maligna de Cioran, lo padecí estoicamente. Aunque ahora que lo pienso, si Cioran hubiese venido a México, o hubiese visto las producciones televisivas de este país, seguramente se hubiese dado un tiro en la cabeza.
12 Corazones es una especie de programa de citas, al cual asisten personajes emblemáticos del grado de enajenación mediática y angustia afectiva que aqueja a nuestras sociedades. Chicas chabochas ataviadas con minifaldas y amplios escotes, son exhibidas como mercancías ante los hambrientos ojos de los concursantes varones, que cuando logran hilar dos frases coherentes consecutivas, hacen que por un momento perdonemos los errores del sistema educativo.
En fin, que para no desviarme de la descripción del método, diré que lo siguiente que hice fue leer un poco acerca de la biografía de aquel filósofo rumano, amigo de Ionescu y Mircea Eliade. Es que de repente me causó cierta suspicacia el hecho de que tanta repulsión hacia el mundo se haya prolongado tanto tiempo, pues Cioran murió a los 84 años. Pero luego descubrí que a inicios de los años noventa, le fue diagnosticado Alzheimer, que ya antes había tenido desavenencias con Simona Boué, su pareja sentimental, y que odiaba a su papá por el simple hecho de ser religioso.
E.M Cioran, Mircea Eliade y Eugene Ionescu
Con estos datos y con el indefectible ánimo de mantener la alegría y el gusto por la vida, decidí confrontar al gran maestro y leerlo desde una perspectiva ya no tan reverencial, y sí más crítica.
No obstante, Cioran siempre será Cioran. El gran maestro en e difícil arte de soportar la existencia, pensar la muerte –y llegar incluso a anhelarla- y seguir de pie, existiendo.
P.S Gracias a Mael, Elisa, Betthy y Luis por leerme. Es cierto, la dinámica de los blogs consiste en leer, comentar, ser leído y comentado. Sin embargo, cuando me desbordan las ganas de iniciar un blogtour de lectura, la fatalidad intepone en mi camino malos espacios con textos igualmente malos, y entonces desisto. Pero prometo, como propósito del año nuevo chino, buscar más blogs, leerlos, comentarlos y hacerle publicidad a esta pocilga virtual.