Sé que prometí que publicaría en el menor tiempo posible la segunda parte de mi texto acerca de lo normal y lo natural como referentes conceptuales en el debate sobre el derecho de los matrimonios hay a adoptar niños, sin embargo por causa de la desaparición de Luz y Fuerza por su pretendida ineficacia y gandallez –esto si hemos de creerle al presidente Calderón y sus achichincles- así como por la todavía más lenta respuesta de la Comisión Federal de Electricidad al reporte de falta de energía eléctrica a causa de los vientos que se registraron hace dos semanas en todo el Distrito Federal, y porque por güey un día antes del apagón me consumí la energía de la batería de mi comp., no pude transcribir la segunda parte de mi texto.
Ahora que ya tengo luz no tengo tiempo, así que en caso de todavía haya alguien que esté interesado en leerlo, le pido paciencia. El texto ya está en borrador, nomás me falta pasarlo a la compu y debo decir que esta vez sí le puse empeño en escribirlo porque hasta me tomé la molestia de digerir dos que tres ideas que me encontré en algunos estudios, para presentarlas acá en forma entendible.
En fin, que espero ya este fin de semana tenerlo listo pa publicarlo.
Por otra parte, comienzo a creer que esta pocilga cibernética no es tan anónima como yo pensaba. Hace poco leía uno de mis posts anteriores y me encontré con comentarios de unos respetables ciudadanos colombianos que se sintieron ofendidos sólo porque escribí que su país es un ejemplo de lo que no debe ser México. Ni aguantan nada.
También se ofendieron porque no entendieron la metáfora implícita en el título del texto: El día que México conoció el vallenato. Me dijeron, a modo de insulto, que allá la música ranchera es el fondo de las peleas en las cantinas; pero ¿eso qué? Aquí nos agarramos a madrazos con cualquier género musical.
Así que estimados connacionales de Bety la fea, take it easy, que no es para tanto.
También me encontré con otros comentarios de otros textos y eso me agrada, quiere decir que alguien además de mi amigo Juan y mi mamá Nata lee las sandeces que aquí publico; y lo más importante, que reacciona antes mis provocaciones.
En fin, que aquí sigo dando batalla.
Saludos
Ahora que ya tengo luz no tengo tiempo, así que en caso de todavía haya alguien que esté interesado en leerlo, le pido paciencia. El texto ya está en borrador, nomás me falta pasarlo a la compu y debo decir que esta vez sí le puse empeño en escribirlo porque hasta me tomé la molestia de digerir dos que tres ideas que me encontré en algunos estudios, para presentarlas acá en forma entendible.
En fin, que espero ya este fin de semana tenerlo listo pa publicarlo.
Por otra parte, comienzo a creer que esta pocilga cibernética no es tan anónima como yo pensaba. Hace poco leía uno de mis posts anteriores y me encontré con comentarios de unos respetables ciudadanos colombianos que se sintieron ofendidos sólo porque escribí que su país es un ejemplo de lo que no debe ser México. Ni aguantan nada.
También se ofendieron porque no entendieron la metáfora implícita en el título del texto: El día que México conoció el vallenato. Me dijeron, a modo de insulto, que allá la música ranchera es el fondo de las peleas en las cantinas; pero ¿eso qué? Aquí nos agarramos a madrazos con cualquier género musical.
Así que estimados connacionales de Bety la fea, take it easy, que no es para tanto.
También me encontré con otros comentarios de otros textos y eso me agrada, quiere decir que alguien además de mi amigo Juan y mi mamá Nata lee las sandeces que aquí publico; y lo más importante, que reacciona antes mis provocaciones.
En fin, que aquí sigo dando batalla.
Saludos
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