Si he decidido escribir este texto es porque leí un blog muy ameno de un colega politólogo, también egresado de la UNAM, y casi inmediatamente después vine a revisar este mi espacio y sentí una profunda pena por mi y por mi “vaciamiento” intelectual.
O sea, mientras este colega se dedica a escribir sobre cuestiones de la disciplina o bien sobre temas circundantes, como la espléndida crítica que hizo de uno de sus posts a la comentocracia, yo escribí hace más de un mes un ridículo cuento acerca de un ¡french poodle!
En qué momento abandoné el camino que me conduciría a convertirme en un refinado y mamoncete intelectual, para comenzar a andar el que, si no lo corrijo a tiempo, me llevará a ser como German Dehesa o Jairo Calixto Albarrán.
Si bien antes escribía con cierta mordacidad, mis textos tenían algún transfondo; había lecturas detrás de ellos, referencias que sustentaban algunos de mis pareceres con la intención de presentarlos sin formalidad y más bien con cierto desparpajo. Eso era el estilo.
Ahora creo que eso lo he perdido.
Hasta hace poco pensaba que se trata de una crisis de inspiración, de algo temporal; pero ahora que estoy preparando una ponencia acerca de la cultura política en México, descubro con preocupación que mi habilidad para pensar lógicamente y sistematizar las ideas está severamente atrofiada.
No sé si se deba a la distancia con el mundo académico o a la falta de insumos que existe a mi alrededor, o a mi propio desinterés, o al hecho de que en realidad soy un “politólogo instrumental” cuya motivación para aprender es contar con instrumentos para operar en el mundo laboral.
No sé tampoco si ese sea mi ámbito natural, porque cuando escucho las conversaciones a mi alrededor y descubro que giran en torno a especular quién es el asesino de la niña Paulette o a enjuiciar las cualidades estéticas de un jugador de fútbol, la verdad es que siento irritación por la superficialidad de los contenidos. También detesto la música pop de los 40 principales que suena de repente en el reproductor de alguna notebook cercana y las frases chic del tipo “sale bye” y “riqui” (whatever it means).
Creo que ahora puedo entender la noción de exclusión social porque me siento excluido, pero tampoco anhelo entrar en ese mundo de los comunes que piensan que no son comunes sólo porque su léxico y sus lugares de reunión de fin de semana no son los mismos que los de la generalidad.
Al final pienso que es este contexto el causante de mi atrofia y no obstante, no lo veo como un obstáculo, sino como un reto y quizá hasta como un objeto de estudio. Hasta hace algún tiempo pensaba que la superficialidad sólo existía en los anuncios de Rexona Teens y que en la tierra no podrían haber personas así; pero ahora sé que sí las hay y he aprendido a observarlas y hasta a soportarlas, con todo y sus ideas conservadoras.
Quizá también sea que yo soy demasiado pretensioso y arrogante como para pensar que sólo yo estoy en condiciones de tener la verdad sobre todo -como diría Matthew Stewart- y que todos los demás, si no piensan como yo, viven en el error; que aspiro a más de lo que puedo, pero cuando me ha tocado hablar con algunos amigos he descubierto que coincidimos en ese sentimiento de sentirnos ajenos a lo que los demás denominan como “lo normal”, que nos sentimos inconformes y hasta que pasamos por rebeldes cuando en realidad no lo somos, o cuando menos no pretendemos serlo concientemente.
Y otra vez, lo único que me consuela y me indica que aun tengo alguna posibilidad de ser salvado es que continúo leyendo; y quizá sea también que por ahora deba seguir la máxima de los grandes, consistente en que antes de escribir hay que leer, pues en el trayecto habrá pasado el tiempo y se habrá generado la experiencia que hará que al final, lo que se tenga que contar, valga la pena de ser leído.
O sea, mientras este colega se dedica a escribir sobre cuestiones de la disciplina o bien sobre temas circundantes, como la espléndida crítica que hizo de uno de sus posts a la comentocracia, yo escribí hace más de un mes un ridículo cuento acerca de un ¡french poodle!
En qué momento abandoné el camino que me conduciría a convertirme en un refinado y mamoncete intelectual, para comenzar a andar el que, si no lo corrijo a tiempo, me llevará a ser como German Dehesa o Jairo Calixto Albarrán.
Si bien antes escribía con cierta mordacidad, mis textos tenían algún transfondo; había lecturas detrás de ellos, referencias que sustentaban algunos de mis pareceres con la intención de presentarlos sin formalidad y más bien con cierto desparpajo. Eso era el estilo.
Ahora creo que eso lo he perdido.
Hasta hace poco pensaba que se trata de una crisis de inspiración, de algo temporal; pero ahora que estoy preparando una ponencia acerca de la cultura política en México, descubro con preocupación que mi habilidad para pensar lógicamente y sistematizar las ideas está severamente atrofiada.
No sé si se deba a la distancia con el mundo académico o a la falta de insumos que existe a mi alrededor, o a mi propio desinterés, o al hecho de que en realidad soy un “politólogo instrumental” cuya motivación para aprender es contar con instrumentos para operar en el mundo laboral.
No sé tampoco si ese sea mi ámbito natural, porque cuando escucho las conversaciones a mi alrededor y descubro que giran en torno a especular quién es el asesino de la niña Paulette o a enjuiciar las cualidades estéticas de un jugador de fútbol, la verdad es que siento irritación por la superficialidad de los contenidos. También detesto la música pop de los 40 principales que suena de repente en el reproductor de alguna notebook cercana y las frases chic del tipo “sale bye” y “riqui” (whatever it means).
Creo que ahora puedo entender la noción de exclusión social porque me siento excluido, pero tampoco anhelo entrar en ese mundo de los comunes que piensan que no son comunes sólo porque su léxico y sus lugares de reunión de fin de semana no son los mismos que los de la generalidad.
Al final pienso que es este contexto el causante de mi atrofia y no obstante, no lo veo como un obstáculo, sino como un reto y quizá hasta como un objeto de estudio. Hasta hace algún tiempo pensaba que la superficialidad sólo existía en los anuncios de Rexona Teens y que en la tierra no podrían haber personas así; pero ahora sé que sí las hay y he aprendido a observarlas y hasta a soportarlas, con todo y sus ideas conservadoras.
Quizá también sea que yo soy demasiado pretensioso y arrogante como para pensar que sólo yo estoy en condiciones de tener la verdad sobre todo -como diría Matthew Stewart- y que todos los demás, si no piensan como yo, viven en el error; que aspiro a más de lo que puedo, pero cuando me ha tocado hablar con algunos amigos he descubierto que coincidimos en ese sentimiento de sentirnos ajenos a lo que los demás denominan como “lo normal”, que nos sentimos inconformes y hasta que pasamos por rebeldes cuando en realidad no lo somos, o cuando menos no pretendemos serlo concientemente.
Y otra vez, lo único que me consuela y me indica que aun tengo alguna posibilidad de ser salvado es que continúo leyendo; y quizá sea también que por ahora deba seguir la máxima de los grandes, consistente en que antes de escribir hay que leer, pues en el trayecto habrá pasado el tiempo y se habrá generado la experiencia que hará que al final, lo que se tenga que contar, valga la pena de ser leído.
6 comentarios:
Vitochas:
He sido un mediano lector de tu blog, y tengo que aceptar que aunque no soy un lector refinado tus escritos a mi me parecen interesantes. Tal vez esta subjetiva crítica no ayude demasiado en tu estado anímico; pero quiero que sepas que ese sentir de no pertenecer a un lugar también lo he sentido yo; desde el hecho de no saberme la mayoria de las canciones que se corean en mi generación, hasta no saber quien se acaba de casar con quien en la farándula.
Sin embargo, el hecho de sentirnos subversivos, o hasta cierto punto diferentes, es lo que hace esa individualidad que una vez leí en un libro de Jorge Bucay (que aunque no es mucho de mi agrado, esas 2 páginas que leí me ayudaron en mi jerga psicológica); por ello te invito a que sigas escribiendo y luchando como debe de ser, como diria Berthol Brecht "hay hombres que luchan muchos años y son buenos; pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".
Un saludo
Vitochas:
He sido un mediano lector de tu blog, y tengo que aceptar que aunque no soy un lector refinado tus escritos a mi me parecen interesantes. Tal vez esta subjetiva crítica no ayude demasiado en tu estado anímico; pero quiero que sepas que ese sentir de no pertenecer a un lugar también lo he sentido yo; desde el hecho de no saberme la mayoria de las canciones que se corean en mi generación, hasta no saber quien se acaba de casar con quien en la farándula.
Sin embargo, el hecho de sentirnos subversivos, o hasta cierto punto diferentes, es lo que hace esa individualidad que una vez leí en un libro de Jorge Bucay (que aunque no es mucho de mi agrado, esas 2 páginas que leí me ayudaron en mi jerga psicológica); por ello te invito a que sigas escribiendo y luchando como debe de ser, como diria Berthol Brecht "hay hombres que luchan muchos años y son buenos; pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".
Un saludo
He tenido la oportunidad de leerte en diferentes momentos, cuando estás efusivo y cuando todos los demás seres a tu alrededor no merecen tus letras, cuando te sientes en la cima del mundo y cuando sencillamente, caes en la cuenta de que no lo estás.
Te he leido siempre que me dejas, con amor y con odio, con la perspectiva de alguien que te "conoce" y con la perspectiva de alguien para quien eres un completo desconocido...
Y puedo decir que tienes estilo, EL TUYO!, sin importar si se parece ó no al de tu colega que escribe con el estilo de de los personajes que sueles mencionar y cuyos nombres no retengo por aquello de que mi francés, mi ruso, y mi inglés es patético...
Ánimo.
Saludos.
Paola
Mihito querido: ¿Pues qué no me he cansado de decirle que la diferencia hace la excelendia?
Somos tan iguales a los otros que a veces nos sentimos diferentes, o somos tan diferentes que comenzamos a volvernos iguales, qué importa el orden, lo importante es que como comentaba con un amigo, afortunadamente cada vez somos más los que nos sentimos menos, aunque ahora caigo en la reflexión de que si no seremos pensantes de closet y seguimos siendo los mismos pero ahora ya estamos exigiendo derechos y respeto y aceptación jijiji.
En fin, que las diferencias nos hacen, pese a ser minoría, buscar iguales y para buena fortuna, te puedo asegurar que existen muchos.
Tu sigue escribiendo, a mi me han tachado de cursi e insensible al mismo tiempo y ahí sigo, escribiendo historias cursis y románticas,sin sentido pero con pasión y ahí está la clave, hacer lo que nos gusta chingando a su madre el qué dirán.
Un saludo afectuoso de tu ma, que tampoco ve telenovelas ni noticiarios, no compra revistas de chismes y odia a los pseudo periodistas de espectáculos. Así que de que habemos muchos diferentes, seguro que los habemos.
Besos.
oups! parece que hay crisis existencial en el ambiente...
¿Quiere convertirse en un refinado y mamoncete intelectual? ¡adelante! !le falta poco¡ dichoso usted que está en el camino.
¡estoy segura que lo logrará!
¿no quiere estar entre los comunes que se creen que no son comunes?
¡no lo está! eso se puede percibir.
Un hombre que traza su camino segun sus propias ídeas, convicciones y creencias se convierte pronto en un ser auténtico, es un proceso arduo y largo algunas veces decepcionante pero aquel que tiene las agallas de escribir cuentos sobre french poodle a pesar de su intelecto lo puede superar todo.
El buen escritor varía, experimenta, inova antes de encontrar su estilo definitivo; cometerá atentados contra la literatura que al pasar de los años le regalaran muchas sonrisas y una que otra lágrima, aunque si pienso en su obstinación por complicarse la existencia creo que a usted le regalarán muchas lagrimas y unas cuantas sonrisas...jajaja (bromeo)
Espero solo que con el éxito llegue a su vida la humildad porque con lo pretencioso y arrogante que es ahora no creo poder soportarlo si eso aumenta... entonces si perdería toda esperanza de conseguir una entrevista con "el gran Vitochas"
Aspirar a más de los que se puede nos lleva a obtener más de lo esperado... Todos conocemos nuestras oportunidades, lo que no conocemos son las sorpresas que hay en el camino... a eso es a lo que se aspira... a descubrir las sorpresas!
le deseo descubra muchas y muy buenas...
Saluditos azucarados
mi estimado Vic... todos -muy a nuestro pesar- de una u otra manera formamos parte de la masa. Pero es esa "consciente individualidad" los que nos hace diferentes a los demas entes.
y son esas diferencias las que nos convierten en necesariamente complementarios unos con otros.
Saludos Vic.
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