6 mar 2009

That's All, Nicole Henry y el pobrismo como recurso afectivo

Por ahí de 2002 la joven Nicole Henry, nacida en Filadelfia, Pensilvania, cursaba los últimos semestres de Arquitectura en la Universidad de Miami. El gusto por el arte le había sido inculcado desde su niñez, debido a que su madre le había enseñado a tocar el piano y la había inscrito en clases de balet y de canto.




A punto de graduarse, Nicole grabó las vocalizaciones para un disco de dance music del productor y DJ Noel Sanger. Poco tiempo después se fue de gira con él, recorriendo diversos clubes y bares de Florida y Missouri. Muy pronto No greater love, nombre del track que había grabado con Sanger, llegó a las listas de dance music de Billboard y Nicole Henry consideró muy seriamente darle un giro a su vida profesional, y en lugar de ser prácticamente una albañil con título universitario, le hizo un favor al mundo del jazz y se convirtió en una de las mayores promesas de la escena contemporánea.

El estilo interpretativo de Nicole combina muy bien el soulful, el pop, el R&B y el jazz. Frente a ella, y no es humor negro, palidecen Norah Jones, Diana Krall, Jane Monheit y Stacey Kent. Bueno, ni siquiera Regina Belle o Natalie Cole le llegan a la calidad interpretativa; o tal vez sí, pero como recién he escuchado el disco completo de Nicole, The very thought of you, estoy encantado por esta mujer.

Y a propósito de ése disco, para la mejor canción es That’s All que tiene una letra simpática, sí, pero también medio exagerada y constituye una muestra de que el pobrismo como recurso afectivo o de chantaje y generación de un sentimiento de culpa en una relación sentimental, no es exclusivo del “looser” trovador latinoamericano estilo Ricardo Ajo… ¡ése”! o Fernando Delgadillo.

El pobrismo afectivo reivindica la perniciosa idea de que lo único que importa para mantener una relación es la pasión y por tanto lo material es meramente un epifenómeno, producto del maldito capitalismo que todo lo corrompe.

Se trata de un recurso bastante patético utilizado por cretinos igualmente patéticos, que ante su fracaso en el proceso de conquista o mantenimiento de los favores afectivos de su otrora pareja, lo utilizan como método de chantaje o contraste.

Para el simpatizante del pobrismo los conceptos de amor propio y susceptibilidad son de primera importancia. El pobrista afectivo cree que sólo él sabe la forma correcta de amar (suponiendo sin conceder, que exista el amor). Así pues, no importan cuán perdedor pueda ser en la vida real, donde la competencia, el individualismo, el utilitarismo y la búsqueda del éxito y la movilidad social son los valores imperantes.

El pobrista afectivo se puede pasar la vida vendiendo collares y artesanías en alguna plaza pública, o conduciendo un camión de transporte público o cantando guitarra en manos canciones de Atahualpa Yupanqui en el metro, sin importarle lo que huela a “burgués” y “superficial”, porque él, aunque pobre y fracasado, está en contacto con su verdadero yo y por tanto es auténtico.

Sin saberlo, el pobrista es heredero de las estupideces que en torno a los afectos y la vida moral se le ocurrieron a Jean Jacques Rousseau cuando escribió La Nueva Eloísa, o a Goethe en Las desventuras del joven Wherter, y si me apuran, hasta a Jack Kerouac en On the way.

Como forma de autoafirmación, que en realidad es un escape a la autohumillación, el pobrista recurre a recursos retóricos para contrastarse con quienes han tenido mejor suerte que él, y descalifica sus logros en el mundo de lo material tachándolos de superfluos, insensibles e inexpertos en lo que ellos consideran el difícil “arte de amar”.

Y para muestra precisamente la letra de That’s All, que dice más o menos lo siguiente:

I can only give love that lasts forever/and the promise to be near each time you call
And the only heart I own is yours and yours alone, that’s all, that’s all
Sólo puedo darte amor por siempre/y prometerte que estaré cerca de ti cuando me llames
Y que el único corazón que tengo es para ti y nadie más, es todo, es todo.

I can only give you country walks in springtime,/And a hand to hold when leaves begin to fall/And a love whose burning light to warm the winter night, that's all, that's all.
Solo puedo ofrecerte paseos primaverales por el campo/y mi mano para sostenerte cuando resbales/y un amor que dará un tibia luz en una noche invernal, es todo, es todo.

There are those I am sure who have told you,/they will give you the world for a toy.
All I ask for these arms to enfold you, and a love, time can never destroy.
Estoy seguro que hay quienes te han dicho que te darán el mundo para que juegues con él/

Yo lo que tengo son mis brazos para ceñirte y amor que el tiempo nunca destruirá.

Y ya, es suficiente tanta estupidez. He ahí una clara muestra del pobrismo como recurso afectivo.

Como se puede observar, la letra escrita por Alan Brandt y Bob Haymes exhibe el total desprendimiento de lo material y exhibe a “esos” que prometen el mundo como juguete como unos pinches burgueses insensibles que no saben cómo hacer feliz a una persona…

… en fin, que así podría seguir con muchas otras canciones muy populares, las cuales han sido las causantes de tantas y tantas historias de fracaso sentimental teñidas de color rosa.

P.S Por cierto, That’s All es la primera canción que suena en mi playlist.

2 comentarios:

LicCARPILAGO dijo...

ahora si me causo roña este post. considerando el terminajo ese de "pobrismo" como un calificativo definitorio elegante a algo tan sencillo como lo es un looser fanfarron.

que barroco.

jejeje

Saludos.

D dijo...

¬¬

a mi si me gustó la canción. Igual y pq soy una "pobrista".. y me vale madre :D