Desconozco cuál fue el origen del Facebook, aunque supongo que es muy similar al de otras redes sociales: un grupo de universitarios ñoños de Estados Unidos decidieron crear una herramienta virtual para permanecer comunicados aun cuando ya hubieran dejado sus dormitorios en Harvard o el MIT, para irse a trabajar a Silicon Valley o a algún corporativo transnacional con oficinas en el down Manhttan.
Haiga sido como haiga sido, el punto es que su invento muy pronto se convirtió en una ágil herramienta de comunicación y mucho más pronto todavía, en un instrumento de segregación clasista y en un espacio para el despliegue de la frivolidad.
Por supuesto que para muchos comunicólogos, sociólogos y psicólogos la aseveración anterior podrá parecer desproporcionada y seguramente argumentarán que las redes sociales tienen muchos más elementos positivos que negativos. Pero lo cierto es que detrás de todas esas posibles teorizaciones y consideraciones académicas, está el hecho objetivo de que las redes al estilo Facebook (Hi5, Sonico, Myspace, etc) lo único que hacen es ensalzar el imperio de la imagen, tan propio de un mundo cada vez más visual y superficial como lo es el de este siglo que transcurre y que corresponde a eso que en la década de los 60 Giles Lipovestky llamó “la era del vacío”.
Si de por sí los usuarios de las redes son en su gran mayoría jóvenes con algún grado de escolaridad, los usuarios de Facebook son en su mayoría universitarios graduados o en proceso de formación.
Lejos de favorecer la integración y propiciar un sentido comunitario, las redes sociales propician la afirmación de la identidad individual, medida a través del número de “amigos” incorporados a la red personal que denota el grado de popularidad dado por la correcta o incorrecta construcción del perfil; pero fundamentalmente por las fotografías “subidas” a la página.
En Facebook no hay lugar para la expresión de las ideas escritas; sólo existe un “muro” en el que los visitantes pueden describir cuán fenomenal y “cool” es el propietario del perfil. Y en el caso particular de las chicas, para escribir banales y ridículos comentarios acerca de algún aspecto preciso observado en las fotografías, bien, para pegar versos vacuos y cursis copiados de algún otro lugar.
A su vez, la construcción del perfil del usuario ofrece la oportunidad de proyectar una imagen que no necesariamente corresponde, y en ocasiones es diametralmente contrapuesta a la personalidad real de quien lo construye.
Incluso la decisión acerca de la red en la cual dicho perfil se va a construir determina el nivel de prestigio que se puede obtener. Actualmente la red de moda es Facebook y ya tan solo comunicar que se tiene abierto un perfil ahí es fuente de prestigio social.
Y aquí es donde los argumentos de los comunicólogos y demás hierbas respecto a la utilidad y beneficios de las redes sociales se vuelven difusos, pues de entrada no todas las personas tienen la oportunidad de usar la Internet y menos aun de incorporarse a alguna red social. De hecho esas personas, ya de por si segregadas en el mundo real, son objeto de burdas dinámicas al interior tales como definir el grado de “naquez” o “ñoñez”, y en los casos más extremos, son el pretexto para la formación de grupos de usuarios que descalifican, critican y rechazan a quienes no comparten sus mismos intereses, aspiraciones y exigencias, como los grupos que odiaban a “Marianita”, la niña de ocho años que el PRD empleó como protagonista de los spots en los que explicaba su plataforma electoral.
No obstante, lo irónico de esto es que, tratándose de universitarios, los usuarios de Facebook no hacen nada por preservar el uso correcto del idioma y, por el contrario, pareciera que quieren destruirlo. Y para comprobar esto sólo basta leer algún comentario dejado en el “muro” de un usuario popular.
No niego la importancia y valor positivo que puedan tener las redes sociales. Pero rechazo que sean el último grito de la moda comunicacional y “la” herramienta para democratizar el espacio público virtual y hacerlo más accesible a todo mundo.
Las redes son más bien un espejismo vano y superficial. El espejismo del elitismo para todos.
Haiga sido como haiga sido, el punto es que su invento muy pronto se convirtió en una ágil herramienta de comunicación y mucho más pronto todavía, en un instrumento de segregación clasista y en un espacio para el despliegue de la frivolidad.
Por supuesto que para muchos comunicólogos, sociólogos y psicólogos la aseveración anterior podrá parecer desproporcionada y seguramente argumentarán que las redes sociales tienen muchos más elementos positivos que negativos. Pero lo cierto es que detrás de todas esas posibles teorizaciones y consideraciones académicas, está el hecho objetivo de que las redes al estilo Facebook (Hi5, Sonico, Myspace, etc) lo único que hacen es ensalzar el imperio de la imagen, tan propio de un mundo cada vez más visual y superficial como lo es el de este siglo que transcurre y que corresponde a eso que en la década de los 60 Giles Lipovestky llamó “la era del vacío”.
Si de por sí los usuarios de las redes son en su gran mayoría jóvenes con algún grado de escolaridad, los usuarios de Facebook son en su mayoría universitarios graduados o en proceso de formación.
Lejos de favorecer la integración y propiciar un sentido comunitario, las redes sociales propician la afirmación de la identidad individual, medida a través del número de “amigos” incorporados a la red personal que denota el grado de popularidad dado por la correcta o incorrecta construcción del perfil; pero fundamentalmente por las fotografías “subidas” a la página.
En Facebook no hay lugar para la expresión de las ideas escritas; sólo existe un “muro” en el que los visitantes pueden describir cuán fenomenal y “cool” es el propietario del perfil. Y en el caso particular de las chicas, para escribir banales y ridículos comentarios acerca de algún aspecto preciso observado en las fotografías, bien, para pegar versos vacuos y cursis copiados de algún otro lugar.
A su vez, la construcción del perfil del usuario ofrece la oportunidad de proyectar una imagen que no necesariamente corresponde, y en ocasiones es diametralmente contrapuesta a la personalidad real de quien lo construye.
Incluso la decisión acerca de la red en la cual dicho perfil se va a construir determina el nivel de prestigio que se puede obtener. Actualmente la red de moda es Facebook y ya tan solo comunicar que se tiene abierto un perfil ahí es fuente de prestigio social.
Y aquí es donde los argumentos de los comunicólogos y demás hierbas respecto a la utilidad y beneficios de las redes sociales se vuelven difusos, pues de entrada no todas las personas tienen la oportunidad de usar la Internet y menos aun de incorporarse a alguna red social. De hecho esas personas, ya de por si segregadas en el mundo real, son objeto de burdas dinámicas al interior tales como definir el grado de “naquez” o “ñoñez”, y en los casos más extremos, son el pretexto para la formación de grupos de usuarios que descalifican, critican y rechazan a quienes no comparten sus mismos intereses, aspiraciones y exigencias, como los grupos que odiaban a “Marianita”, la niña de ocho años que el PRD empleó como protagonista de los spots en los que explicaba su plataforma electoral.
No obstante, lo irónico de esto es que, tratándose de universitarios, los usuarios de Facebook no hacen nada por preservar el uso correcto del idioma y, por el contrario, pareciera que quieren destruirlo. Y para comprobar esto sólo basta leer algún comentario dejado en el “muro” de un usuario popular.
No niego la importancia y valor positivo que puedan tener las redes sociales. Pero rechazo que sean el último grito de la moda comunicacional y “la” herramienta para democratizar el espacio público virtual y hacerlo más accesible a todo mundo.
Las redes son más bien un espejismo vano y superficial. El espejismo del elitismo para todos.
3 comentarios:
Hola! entré gracias a su..
Excelente aportación; yo tengo un espacio así y lamentablemente lo que tu comentas es cierto nos dedicamos a jugar con elementos tan frivolos como el ejemplo de la niña del PRD.
Afortunadamente nos damos cuenta de eso, y podemos tener un Blog donde también compartimos ideas escritas..A final de cuentas el mismo sistema en el que estamos nos ha marginado a ser individualistas y capitalistas, aunado a un consumismo extremo (aunque no tengamos ni para la comida)
¿Donde quedaron las ideas socialistas? Pues siguen en los libros, simplemente falta desempolvarlos por enésima vez y conjuntar esfuerzos.
Un abrazo desde por acá...
LuCis
Hola Vitochis,
Estoy casi en completo acuerdo de lo que dices sobre esas redes sociales de internet. Yo tengo sitios tanto en Hi5, Myspace y Facebook, la mayor parte del tiempo los utilizo a manera de entretnimiento, casi todo lo que tengo en la red es por echar relajo. Creeme, yo sí tengo una vida fuera de internet :P
La causa principal de que haya decidido pertenecer a esas redes sociales es porque algunos de mis mejores amigos ya no viven en México. El Facebook ha sido un buen recurso para seguir en contacto con ellos de una manera más rápida (y ecónomica) que el correo convencional o las llamadas telefónicas.
Besos chilangos
Saludos
mira en mi humilde opinion facebook y todas las demas redes sociales tienen una funcion muy buena que es informar, podemos estar enterados en tiempo real de lo que pasa con tus amios y familiares, si esto fuese bien usado te serviria para hacer frente a varias situaciones y evitar peligros por ejemplo en caso de una extorsion o un secuestro. aqui el problema es que le gente lo usa para subir tomterias contar tonterias y mandar fotos de ellos haciendo las mismas tonterias. en conclusion no es el face es la gente lo que esta mal..
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