No es que carezca de inspiración o motivos para escribir, es simplemente que carezco del tiempo para hacerlo. De ahí que haya decidido desde hace unos días poner por acá algunos de los textos que he leído en los diarios y que me han parecido dignos de ser reproducidos y difundidos.
En esta ocasión le toca el turno a don Luis González de Alba, uno de mis maestros en el arte de la quejumbrosidad y la insatisfacción, expresada en un estilo corrosivo y medio elitista.
A quienes aun me leen, gracias por hacerlo y a quienes no, pues es difícil saberlo.
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En esta ocasión le toca el turno a don Luis González de Alba, uno de mis maestros en el arte de la quejumbrosidad y la insatisfacción, expresada en un estilo corrosivo y medio elitista.
A quienes aun me leen, gracias por hacerlo y a quienes no, pues es difícil saberlo.
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Morir en la raya
Luis González de Alba
Si el presidente Calderón tiene la más remota esperanza de sacar adelante sus diez propósitos por un consenso en el Congreso, pierde el tiempo. Los resultados más recientes de un consenso los vimos en las anti-reformas de 2007: los políticos se dieron palmadas de político, se felicitaron unos a otros y dejaron al país con las mismas restricciones en lo económico y mucho peores en lo electoral.
Resulta preocupante la manía de Calderón por revivir un pasado que no volverá y es de desear que no vuelva: se ve en las formas y en el fondo. En las formas, desea revivir, así sea en un patio del Palacio Nacional, la pompa y circunstancia que rodeó al farragoso Informe presidencial. En vez de ofrecer un sobrio reporte a la nación, para lo cual le basta un par de cámaras de TV y cadena nacional, busca un público fiel. Y en el fondo porque, estilo PRI, ofrece emotivos buenos deseos que cualquiera firma.
Ni el más Noroña de los políticos mexicanos podría estar contra el listado de 10 deseos con que el Presidente sueña y soñamos todos. Los brincos comenzarán cuando envíe sus propuestas concretas: le responderán con maromas retóricas trilladas, porque lo cierto es que prefieren ver hundirse el sexenio, para luego, como lo gritó Obrador con todas sus letras, entrar ellos al rescate en 2012.
Cuando no se tiene mayoría en el Congreso, el camino de las reformas no puede pasar por allí. La fuerza del PRI sigue siendo su estructura corporativa, intocada cuando se pudo: el sindicato de petroleros que se reparte diputaciones para seguir vendiendo plazas, el sindicato de electricistas que amenaza con paralizar el país si le dejan de llegar los miles de millones con que el gobierno sostiene la ineficacia, el de maestros que exige su derecho a no presentar exámenes y vender sus plazas, el de mineros que todavía maneja Napoleón, que lo heredó de su papá…
A grandes obstáculos, grandes soluciones: ya vimos un Calderón atrevido tomar protesta como presidente en un salón de sesiones con puertas encadenadas y tribunas apiladas por forajidos con fuero. Pero no lo hemos visto repetir. El PRI está intacto luego de nueve años. El PRD sabe su camino: bloqueos, niños puestos contra los escudos de la policía, alaridos las muy pocas veces en que les atizan los solicitados palos. Le queda al Presidente algo que el PAN no sabe hacer, no ha sabido nunca: recurrir a la población.
Los mexicanos mayores de cinco años tenemos también el peso de nuestra formación escolar priista, por eso estamos celebrando los cien años de una revolución impresentable. Pero todavía entendemos que 12 por ciento de IVA es menos que 15. Falta que el Presidente nos explique cómo el ahorro en renta, zapatos, ropa, teléfono y electricidad, que pagan 15 por ciento, cubre de sobra el pago de impuesto generalizado a alimentos. Y las medicinas las paga el Seguro Popular, el IMSS o el ISSSTE.
El Presidente debe etiquetar, ante la población, los nuevos impuestos y denunciar números como éstos: La legislatura pasada se comió casi 13 millones en galletitas y casi 7 millones en botellas de agua; 670 millones en seguros médicos para evadir el mal servicio del ISSSTE, más de 200 millones en teléfonos, más de 600 millones en boletos de avión (que tracalean por efectivo): números de Ricardo Alemán en El Universal, 31.08. Y “una perla de perlas: el diputado Francisco Javier Calzada, del PRD, pidió baño propio en su oficina de vicecoordinador, que costó 200 mil pesos”, concluye.
Añadamos el desvío, documentado por Excélsior, de 50 millones de la partida para “gestión social” del PRD, regalados a un político en pre-pre-campaña, delito que se llama fraude, y tendremos apenas un poco del panorama ofensivo de quienes hacen recortes a la educación, la salud y la creación de infraestructura, pero chapotean en billetes del presupuesto.
“Estamos hablando de unos 132 millones de pesos entregados en efectivo” por tres partidos a un solo político en campaña, López Obrador, y “con un uso discrecional del que nadie ha dado ni da cuentas”, señala Fernández Menéndez el 1 de septiembre.
¿No puede hacer el gobierno de Calderón las cuentas que hacemos tantos? Y denunciarlas. Hacer sus propuestas de reforma en educación, energía, trabajo y fisco a la población, sacar números, pelear como peleó al tomar posesión. Y, como peor no le puede ir, en el peor de los casos morir en la raya, denunciando los intereses que nos mantendrán en la pobreza.
Milenio Diario, 07/09/2009.
1 comentario:
lamentablemente el destino de nuestro pais pareciera confundirse y relacionarse con la "crónica de una muerte anunciada" dirigida a un endeudamiento mayor..
aveces me pregunto que hubiera pasado si ese comercial que llenaba de miedo a las personas al pensar que sus casas les iban a quitar si votaban por amlo no hubiera existido..
ni modo el hubiera no existe...
Un gusto leer tu blog..
saludos
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