¿Qué fue primero, el amor o la estupidez? Esta fue seguramente una de las preguntas que se plantearon Scott Neustadter y Michael H. Weber, guionistas de (500) días con ella , que como bien nos advierte la voz en off al inicio de la primera secuencia de la cinta, no se trata de la típica historia de amor pero sí de una historia sobre el amor.
Y sí, es la narrativa de una historia que confronta dos visiones acerca de las relaciones de afecto que suelen surgir entre dos personas y que el gran público, a falta de otra palabra, opta por denominarlas como relaciones de amor. Pero lo más interesantes es que son dos perspectivas contemporáneas, pero pareciera que involucionan en un trance que resulta bastante divertido.
Por un lado está la historia de Tom Hansen, un joven arquitecto que trabaja escribiendo tarjetas de felicitación y a la espera de concretar la idea del amor que aprendió mientras escuchaba canciones de pop británico durante su adolescencia.
Por el otro se encuentra Summer Finn, una escéptica de la posibilidad de la existencia del amor debido a que tuvo que padecer el divorcio de sus padres y constantes cambios de residencia que no le permitían afianzar ninguna relación afectiva.
Ambos se conocen en la editorial en la que trabaja Tom y éste ingenuamente se enamora de Summer cuando descubre que ambos son fans de The Smiths. De ahí para adelante el director Marc Webb nos presenta los altibajos de la relación Tom-Summer, tan distinta a todas aquellas que nos han mostrado las películas protagonizadas por Sandra Bullock y Hugh Grant, que por lo demás hicieron pareja cinematográfica cuando ambos ya rondaban más allá de los 30 años de edad y siempre retrataban a las ñoñas parejas neoyorquinas del Down Manhatann.
En contraste, la pareja formada por Tom y Summer se distingue por su juventud y por su descreimiento respecto a muchos aspectos de la realidad. Ambos con formación universitaria y por debajo de los 30 años, forman parte de las generaciones desencantadas que crecieron escuchando de los escándalos sexuales de Bill Clinton, las borracheras de Boris Yelstin y mirando las películas de Wes Craven y Sam Mendes (Belleza americana); por no hablar de las idioteces ultra ligeras grabadas en formato digital de Britney Spears, Cristina Aguilera y Backsteets Boys. De ahí que cuando tuvieron la mínima oportunidad para independizarse salieron corriendo a escuchar las sórdidas canciones de Kurt Kubain y R.E.M.
Sin la pretensión de parecer exquisito, pienso que (500) días con ella retrata el escepticismo que permea en un sector de la juventud contemporánea respecto a la posibilidad de encontrar a la pareja adecuada; aunque al final también nos muestra que las inexorables convenciones sociales y todas las narrativas alrededor del amor terminan imponiéndose, como es el caso de Summer, que después de su acendrado escepticismo termina comunicándole a Tom que va a casarse y que para tomar esa decisión se basó simplemente en sus intuiciones.
Otra lectura interesante que se le puede dar a esa cinta es la que gira alrededor del dilema destino o contingencia; esto es, sobre dos sistemas de ideas respecto al origen y destino de las relaciones amorosas.
Por una parte, la perspectiva del destino es determinista; es la que tiene Tom al inicio de la cinta cuando cree firmemente que algún llegará la mujer apropiada para él y refuerza su creencia cuando conoce a Summer. Ya después el curso de los acontecimientos se encargará de desencantarlo.
Del otro está la visión de Summer, que más que contingente es nihilista; de aquí que cuando nos enteramos de que se va a casar así nada más, por una corazonada, no nos queda más que conmovernos por su patetismo.
No obstante, lo mejor de la película es precisamente esa sensación de contingencia e indeterminación que deja al final, cuando Tom se encuentra con otra chica mientras espera su turno para una entrevista de trabajo. Pienso que en ese aspecto capta muy bien la idea de lo fortuito como elemento esencial para poder entender el encuentro y compaginación entre dos personas que hasta antes de ese momento eran totalmente desconocidas la una para la otra.
En fin, que ahora que vienen las vacaciones (para los afortunados vayan a tener), una buena opción de entretenimiento será ir al video club y rentar (500) días con Summer, una que no es una comedia romántica, sino más bien una tragedia entretenida.
Y sí, es la narrativa de una historia que confronta dos visiones acerca de las relaciones de afecto que suelen surgir entre dos personas y que el gran público, a falta de otra palabra, opta por denominarlas como relaciones de amor. Pero lo más interesantes es que son dos perspectivas contemporáneas, pero pareciera que involucionan en un trance que resulta bastante divertido.
Por un lado está la historia de Tom Hansen, un joven arquitecto que trabaja escribiendo tarjetas de felicitación y a la espera de concretar la idea del amor que aprendió mientras escuchaba canciones de pop británico durante su adolescencia.
Por el otro se encuentra Summer Finn, una escéptica de la posibilidad de la existencia del amor debido a que tuvo que padecer el divorcio de sus padres y constantes cambios de residencia que no le permitían afianzar ninguna relación afectiva.
Ambos se conocen en la editorial en la que trabaja Tom y éste ingenuamente se enamora de Summer cuando descubre que ambos son fans de The Smiths. De ahí para adelante el director Marc Webb nos presenta los altibajos de la relación Tom-Summer, tan distinta a todas aquellas que nos han mostrado las películas protagonizadas por Sandra Bullock y Hugh Grant, que por lo demás hicieron pareja cinematográfica cuando ambos ya rondaban más allá de los 30 años de edad y siempre retrataban a las ñoñas parejas neoyorquinas del Down Manhatann.
En contraste, la pareja formada por Tom y Summer se distingue por su juventud y por su descreimiento respecto a muchos aspectos de la realidad. Ambos con formación universitaria y por debajo de los 30 años, forman parte de las generaciones desencantadas que crecieron escuchando de los escándalos sexuales de Bill Clinton, las borracheras de Boris Yelstin y mirando las películas de Wes Craven y Sam Mendes (Belleza americana); por no hablar de las idioteces ultra ligeras grabadas en formato digital de Britney Spears, Cristina Aguilera y Backsteets Boys. De ahí que cuando tuvieron la mínima oportunidad para independizarse salieron corriendo a escuchar las sórdidas canciones de Kurt Kubain y R.E.M.
Sin la pretensión de parecer exquisito, pienso que (500) días con ella retrata el escepticismo que permea en un sector de la juventud contemporánea respecto a la posibilidad de encontrar a la pareja adecuada; aunque al final también nos muestra que las inexorables convenciones sociales y todas las narrativas alrededor del amor terminan imponiéndose, como es el caso de Summer, que después de su acendrado escepticismo termina comunicándole a Tom que va a casarse y que para tomar esa decisión se basó simplemente en sus intuiciones.
Otra lectura interesante que se le puede dar a esa cinta es la que gira alrededor del dilema destino o contingencia; esto es, sobre dos sistemas de ideas respecto al origen y destino de las relaciones amorosas.
Por una parte, la perspectiva del destino es determinista; es la que tiene Tom al inicio de la cinta cuando cree firmemente que algún llegará la mujer apropiada para él y refuerza su creencia cuando conoce a Summer. Ya después el curso de los acontecimientos se encargará de desencantarlo.
Del otro está la visión de Summer, que más que contingente es nihilista; de aquí que cuando nos enteramos de que se va a casar así nada más, por una corazonada, no nos queda más que conmovernos por su patetismo.
No obstante, lo mejor de la película es precisamente esa sensación de contingencia e indeterminación que deja al final, cuando Tom se encuentra con otra chica mientras espera su turno para una entrevista de trabajo. Pienso que en ese aspecto capta muy bien la idea de lo fortuito como elemento esencial para poder entender el encuentro y compaginación entre dos personas que hasta antes de ese momento eran totalmente desconocidas la una para la otra.
En fin, que ahora que vienen las vacaciones (para los afortunados vayan a tener), una buena opción de entretenimiento será ir al video club y rentar (500) días con Summer, una que no es una comedia romántica, sino más bien una tragedia entretenida.
1 comentario:
complicandote la existencia.... as usual, jajaja.
basicamente la traduccion en palabras coloquiales y llanas es que la gente simplemente "hace click", "tiene el flechazo", "tiene quimica", "hay chispa" y mil frases mas para caer en el formulismo del enamoramiento, trascendental o no, pero finalmente el asunto de involucrar sentimientos empieza de alguna manera, cualquiera que sea... haya o no haya amor!!!
Publicar un comentario