8 may 2007

La ley de la igualdad

Esa mañana había sido particularmente calurosa. En el cielo, pintado de un azul majestuoso, no se divisaba nube alguna. Sin embargo, en el ambiente se percibía tal grado de humedad, que no era ninguna una osadía profética pronosticar una torrencial lluvia al caer la tarde.

Por las calvas sienes de la testa del maestro resbalaban lentamente unas delgadas gotas de sudor. En su piel cobriza se podía percibir la transpiración provocada por el intenso calor y la humedad, apenas disipada por tímidas oleadas de viento fresco que llegaban desde las lejanas montañas de levante, cubiertas en la cima por una nieve tan blanca que resplandecía con gran intensidad sobre aquel cielo profundamente azul.

A pesar de la inclemencia con la que los rayos del sol se posaban sobre su piel, el maestro conservaba en el rostro y en sus modales esa expresión de serenidad y armonía propia de quienes han logrado desapegarse a los caprichos del cuerpo.

No así el discípulo, que reflejaba en sus facciones y sus hábitos la desesperación precedente al momento de la insolación. Su amplia frente se hallaba completamente bañada en sudor y sus manos se agitaban vigorosamente en torno a sus mejillas, procurando refrescarlas en un esfuerzo más que inútil, agobiante.

Al ver su desesperación, el maestro le conminó a refrescarse en la pequeña fuente que se hallaba a un costado del jardín, cubierta por la sombra de una frondosa palmera que mantenía el agua siempre fría.

Luego de haberse mojado el rostro, el discípulo regresó donde el maestro y le preguntó:

-Maestro ¿es verdad que todos somos iguales ante la ley?

Al escuchar la pregunta el maestro suspiró con suavidad, dirigió su mirada al suelo y permaneció en silencio unos instantes. Luego de meditar la respuesta, miró al discípulo a los ojos y le dijo:

-La única ley ante la cual todos somos iguales, es la ley de la gravedad.

3 comentarios:

ArieL אריאל AArón אהרן dijo...

Me gustó mucho la historia, la inventaste tú?
porque si es así deberías escribir un libro (si es que no lo has hecho, y si lo hiciste hazlo denuevo).
Reconozco tu buen vocabulario, llénate de sabiduría y plásmalo para todos, no escribas acerca de lo que no sabes.

Saludos!

Erwin

hapuc dijo...

jajajajajajajaj.... muy bien.... pero el panorama no puede ser tan trágico....

saludos

Ivonne

ClarOscuro dijo...

jeee, esa ley que comenzamos a comprender cuando todo empieza a caer por su propio peso...

Está bien escrito el texto.

Saluditos