Tendría nueve o díez años de edad, cuando los Gatos Samurai se atravesaron en el curso de mi existencia. Por aquellos ayeres ni por accidente había pensado que terminaría como un pequeño pretencioso aprendiz de brujo, asociando extrañas teorías y cavilaciones en la sinapsis producida por mis redes neuronales.
Sin embargo y por intuición, ya desde entonces me fascinaba el significado filosófico de la frase más famosa pronunciada por aquellos dibujos animados de factoría japonesa: siempre caemos de pie.
De manera que antes de intoxicar mis neuronas con las fumadas de Hegel, Marx, el estoicismo y tal, mis primeros maestros en la filosofía de la existencia fueron los Gatos Samurai. Y desde entonces he procurado, como ellos, siempre caer de pie.
La derrota de los gloriosos Pumas de la UNAM ante un equipucho desconocido, provinciano y gris, es uno de esos momentos en los que la filosofía de los Gatos Samurai constituye un importante asidero, sobre todo después de una horrible cruda moral y física.
Así que los aficionados de los Pumas, los que somos Pumas por haber estudiado en la única y auténtica Máxima Casa de Estudios de México, que es la UNAM, no debemos sentirnos derrotados por haber perdido el campeonato del fut. Ya será en otra ocasión. Finalmente el orgullo de ser UNAM lo da la casa, su prestigio y sus logros; no las patas de once gatos que corren detrás de un balón.
Con todo, el subcampeonato no es poca cosa, como tampoco lo es haber sacado de las semifinales al dizque mejor equipo de la temporada regular. Eso es motivo suficiente para un ¡Gooya, gooya/ Cachun cachun/ ra ra/ Cachun cachun/ ra ra/ Goooya, Universidad!
Sin embargo y por intuición, ya desde entonces me fascinaba el significado filosófico de la frase más famosa pronunciada por aquellos dibujos animados de factoría japonesa: siempre caemos de pie.
De manera que antes de intoxicar mis neuronas con las fumadas de Hegel, Marx, el estoicismo y tal, mis primeros maestros en la filosofía de la existencia fueron los Gatos Samurai. Y desde entonces he procurado, como ellos, siempre caer de pie.
La derrota de los gloriosos Pumas de la UNAM ante un equipucho desconocido, provinciano y gris, es uno de esos momentos en los que la filosofía de los Gatos Samurai constituye un importante asidero, sobre todo después de una horrible cruda moral y física.
Así que los aficionados de los Pumas, los que somos Pumas por haber estudiado en la única y auténtica Máxima Casa de Estudios de México, que es la UNAM, no debemos sentirnos derrotados por haber perdido el campeonato del fut. Ya será en otra ocasión. Finalmente el orgullo de ser UNAM lo da la casa, su prestigio y sus logros; no las patas de once gatos que corren detrás de un balón.
Con todo, el subcampeonato no es poca cosa, como tampoco lo es haber sacado de las semifinales al dizque mejor equipo de la temporada regular. Eso es motivo suficiente para un ¡Gooya, gooya/ Cachun cachun/ ra ra/ Cachun cachun/ ra ra/ Goooya, Universidad!
2 comentarios:
Ni modo, algunas veces se gana y otras veces se pierde, por fortuna la UNAM es mucho más que un equipo de futbol.
que cosas!!!
hay que ver como maneja usted con airosa elegancia la derrota...
es todo un caballero!
aunque cuando la derrota llega a nuestras vidas, algunos somos un poco miopes y no vemos como vamos a caer, aunque en lo personal no me importa mucho como caigo sino mas bien como debo levantarme despues de una caída.
...y lo de los once gatos que corren detras de un balón por quien?
apoco por los pumas, que feo los degrado? cuando menos "EL MEJOR EQUIPO DE LA TEMPORADA REGULAR" tiene sus aficionados fieles que no los degradan aunque pierdan.
caray me faltam las caritas!! esas que hacen guiños y sacan lenguas y se carcajean... bueno imagineselas!!!
pase unas lindas vacaciones!!!
hasta pronto
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