En la sana y optimista intención de inaugurar mis vacaciones con un merecido baño de pueblo, decidí darme una vuelta por el muy democrático y polifacético Zócalo de la Ciudad de México. La razón: constatar en primera persona aquello que tanto pregona el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el nada simpático Marcelo Ebrad, acerca de la posibilidad de caminar por las calles del centro de la ciudad, sin ser víctima del froteurismo provocado por la invasión de las aceras por los puestos de los vendedores ambulantes.
Una visita al centro de la ciudad, para aquellos posibles lectores que viven en otras localidades del interior del país, o en el extranjero, siempre es recomendable que comience por Bellas Artes y continúe por la calle de Madero.
Conciente de que un baño de pueblo no es tal si no se aborda el también muy democrático y popular metro (el tren subterráneo, pues), me lancé de lleno a la aventura en la línea 2, y descendí precisamente en la estación Bellas Artes.
El panorama al emerger del lúgubre y maloliente túnel a la soleada, saturada y ruidosa superficie no fue diferente al de ocasiones anteriores: vendedores ambulantes en los alrededores de las escaleras, olor a caca de los caballos de la polecia montada, uno que otro jipiteca intentando enamorar a alguna ingenua turista extranjera y la nueva canción de Vicente Fernández sonando a niveles de estruendo en las bocinas de un puesto de discos pirata.
Al llegar a la esquina que forman la avenida Juárez y el Eje Central, descubrí no sin decepción que la supuesta "limpia" de ambulantes ha sido parcial. De lado de la acera oeste del Eje Central sigue el mismo panorama de puestos ambulantes, hacinamientos, ruido y suciedad, que prevalecía en la acera de en frente, que luce despejada de puestos y lonas, pero saturada de transeúntes apresurados y al borde la histeria.
Ni qué decir de la circulación sobre las avenidas cercanas. Continúa el mismo desmadre de siempre: los semáforos sin sincronización, los polecias entorpeciendo el tránsito y escudriñando a algún conductor ingenuo que sea susceptible de ser extorsionado, y las infaltables y muy edípicas mentadas de madre entre los conductores y los peatones.
En esta ocasión hay una variante más: los integrantes del "Movimiento de los 400 pueblos" que demandan un proceso judicial contra un senador de la república, exhiben sin el menor dejo de pudor sus míseras carnes prietas, y demuestran con implacable crudeza que la única ley ante la que todos somos iguales, es la ley de gravedad; ésa que hace que las cosas caigan por su propio peso... especialmente las cosas de las mujeres.
En un hecho que me hubiera gustado captar con mi cámara fotográfica, de haberla llevado, un par de turistas de aspecto anglosajón ¡se tomaban la fotografía del recuerdo con dos mujeres desnudas de carnes flácidas y caídas! teniendo como fondo el Palacio de Bellas Artes. Irónico contraste.
Una visita al centro de la ciudad, para aquellos posibles lectores que viven en otras localidades del interior del país, o en el extranjero, siempre es recomendable que comience por Bellas Artes y continúe por la calle de Madero.
Conciente de que un baño de pueblo no es tal si no se aborda el también muy democrático y popular metro (el tren subterráneo, pues), me lancé de lleno a la aventura en la línea 2, y descendí precisamente en la estación Bellas Artes.
El panorama al emerger del lúgubre y maloliente túnel a la soleada, saturada y ruidosa superficie no fue diferente al de ocasiones anteriores: vendedores ambulantes en los alrededores de las escaleras, olor a caca de los caballos de la polecia montada, uno que otro jipiteca intentando enamorar a alguna ingenua turista extranjera y la nueva canción de Vicente Fernández sonando a niveles de estruendo en las bocinas de un puesto de discos pirata.
Al llegar a la esquina que forman la avenida Juárez y el Eje Central, descubrí no sin decepción que la supuesta "limpia" de ambulantes ha sido parcial. De lado de la acera oeste del Eje Central sigue el mismo panorama de puestos ambulantes, hacinamientos, ruido y suciedad, que prevalecía en la acera de en frente, que luce despejada de puestos y lonas, pero saturada de transeúntes apresurados y al borde la histeria.
Ni qué decir de la circulación sobre las avenidas cercanas. Continúa el mismo desmadre de siempre: los semáforos sin sincronización, los polecias entorpeciendo el tránsito y escudriñando a algún conductor ingenuo que sea susceptible de ser extorsionado, y las infaltables y muy edípicas mentadas de madre entre los conductores y los peatones.
En esta ocasión hay una variante más: los integrantes del "Movimiento de los 400 pueblos" que demandan un proceso judicial contra un senador de la república, exhiben sin el menor dejo de pudor sus míseras carnes prietas, y demuestran con implacable crudeza que la única ley ante la que todos somos iguales, es la ley de gravedad; ésa que hace que las cosas caigan por su propio peso... especialmente las cosas de las mujeres.
En un hecho que me hubiera gustado captar con mi cámara fotográfica, de haberla llevado, un par de turistas de aspecto anglosajón ¡se tomaban la fotografía del recuerdo con dos mujeres desnudas de carnes flácidas y caídas! teniendo como fondo el Palacio de Bellas Artes. Irónico contraste.
En lo particular no tengo ninguna objeción contra las formas de protesta que decidan adoptar los colectivos inconformes con alguna medida gubernamental o con algún personaje público. Que impere la libertad.
Lo que me genera cierta irritación o encabronamiento, es que su derecho a la libre expresión choque o todavía peor, atropelle, mi derecho a tener una vida libre de traumas visuales. Porque no sé los demás, pero a mi en lo particular si me impactó ver de sopetón las nalgas chupadas y huesudas de una señora como de cincuenta años, que repartía panfletos a quienes esperábamos el cambio de la luz del semáforo.
Además, no sé qué tan bueno sea para imagen del país, que los turistas extranjeros vean a esos señores y señoras encuerados, haciendo ruido con lo primero que se les pongan enfrente y gritando mentadas de madre como su estuvieran en un estadio de fútbol.
En fin, eso quedará en el anecdotario del folclor mexicano.
Ya sobre la avenida Madero el panorama también es el mismo de un par de meses atrás. Pero lo que sí me impactó fue la espantosa, aparatosa y estorbosa "mega pista" de hielo que se instaló en la plancha del Zócalo, a capricho personal del carnal Marcelo, que decidió -en un arranque pueblerino de padrino de bautizo- desperdiciar 16 millones de pesos en patines y circo para el populacho, en lugar de invertir esa lanota en proyectos verdaderamente prioritarios.
En ese sentido da tristeza y duele ver con impotencia, el derroche de dinero que a caprichos personales hacen los gobernantes.
Nada menos que el parque que está frente a mi casa parecía selva durante la época de lluvias, y el encargado de parques y jardines de la delegación Coyoacán me dijo que no podían ir a podar el pasto porque no tenían el presupuesto suficiente.
Bueno, pues con esos 16 millones de pesos que se derriten bajo el sol inclemente de un invierno inusual, bien se podrían haber pagado las cuadrillas de trabajadores para ofrecer verdaderos servicios públicos. Pero no es así. Primero hay que posicionar la imagen de don Marcelo, que es un tipo antipático y autoritario, antes que cualquier otra cosa.
Y bueno, el supuesto reordenamiento del comercio informal no es más que una mera tomada de pelo. Las calles subsiguientes a Correo Mayor están llenas de puestos, basura y voceadores que pretenden romper los tímpanos de los potenciales clientes.
Lo único bueno de todo esto fue que, de regreso al metro, había un señor vendiendo cajetillas de supuestos cigarros Marlboro a ¡10 pesos! Yo no fumo, o más bien lo hago eventualmente, pero me pareció una buena promoción, y nomás por pringar la nueva ley anti tabaco, compré una cajetilla.
En fin, ahora paso a las otras nimiedades.
Nimiedad # 1. ¿Quién es "Melissa"? Me refiero a la chica -eso creo- que dejó un bonito y cortés comentario en mi post anterior, que seguramente ni leyó.
Estimada Melissa, generalmente no me gusta entrar en controversias con personajes rijosos, porque ésos son muy impulsivos y todo lo solucionan con un visceral "vete a la chingada". Así que todo lo que tu expreses o pienses sobre mi o sobre mis textos, será recibido como dogma de fe. Sin cuestionamientos.
Nimiedad # 2. A Mauricio y Hugo, gracias por leerme y por compartir sus opiniones. Sin embargo no me tomen muy en serio. Este no es un blog serio. El título -como bien lo señaló Melissa- dice todo lo que pretende ser este espacio. Para discusiones más o menos serias están las revistas académicas. Este lugar está a años luz de llegar siquiera a parecerse a alguna de ellas.
Nimiedad # 3. No jodan con la ley anti tabaquismo. Digo, yo no fumo, o lo hago enventualmente, como también -contrario a lo que pudiera percibirse por lo escrito previamente en este espacio- ingiero uno que otro alipus de vez en cuando. Sin embargo me parece un acto de discriminación por parte del Estado, obstruir el derecho que tienen los fumadores -una minoría- a intoxicar sus pulmones y eventualmente provocarse un enfisema que los lleve a la muerte, y con ello, a disminuir la cantidad de población económicamente activa.
... ¡ah! y no soy panista; lo digo por aquello de la crítica al carnal Macerlo. Si tuviera que definirme ideológicamente entre la derecha y la izquierda, diría que soy ambidiestro; ni siquiera de centro, porque esos están extraviados, o son miedosos.
3 comentarios:
jajaaj
personaje rijoso??
no te apures, jamas uso ese lenguaje tan falto de elegancia
y a proposito de elegancia, espero q el hecho de q escribas "polecía" sea por...bueno no se, solo espero q no lo digas asi en "tus discusiones serias"
y me llama la atencion el hecho de q me hayas "dedicado" una nimiedad, si en tu segunda nimiedad, aceptas q tengo la razon, q no solo ese post q dices q no lei, -tal vez para no lastimar tu ego-, son estupideces sin sentido, sino todo tu blog, pues kien te entiende??
La pista de hielo es una mala inversión económica, pero es una estrategia para ir captando el apoyo y aprobación de posibles votantes para la elección presidencial de 2012.
Sin embargo la mayoría de capitalinos está feliz con las "obras públicas" que el jefe de gobierno promueve. No es necesario hacer encuestas, basta con ver cuanta gente ha ido a la pista, sin importar el tiempo que pasan formados en las filas o las posibles infecciones que pueden adquirir en la piel.
Lamentablemente, así somos los mexicanos.
Un saludo y buen fin de semana.
Hola mi estimado Victorino!!!
De nueva cuenta paso par aca para leer sus blogs que tanto llaman la atencion.
Saludos y que este Bien!!!
Publicar un comentario