No sé qué tan sintomático sea para lo venidero, que el primer post del 2008, sea una amarga queja generada por la insatisfecha expectativa acerca del regalo que esperaba recibir, en el intercambio de la cena de año nuevo.
Al respecto debo señalar de entrada la injusticia, mala suerte o maldición que pende sobre mi en todo lo que tiene que ver con los sorteos y los juegos de azar. Nunca me gano ni el reintegro de la loteria, y en los sorteos siempre me toca la peor parte; por ejemplo, cuando estaba en la secundaria, recuerdo que en los sorteos para los intercambios de regalos, siempre me tocaba regalarle a los que más gordos me caían, y a mi siempre me regalaban los más tacaños del salón.
Así, mientras yo regalaba algo bonito e invertía el tiempo necesario para encontrar algo bueno, bonito y barato, a mi invariablemente me regalaban calcetines o lapiceras de tres pesos.
Y qué decir de los intercambios organizados en familia durante los últimos años. La cosa no es diferente respecto a los tiempos de la adolescencia.
El año pasado, por ejemplo, una de mis primas me regaló un (perdón por la palabreja que voy a emplear, pero nomás de recordar ya hasta me enmuiné de nuevo) jodido libro de Paulo Coelho, con la justificación de que ella lo había leído y como le gustó, supuso que a mi también me gustaría.
Hace dos años, mientras a mi mamá le regalaron un teléfono celular con mp3, bluetooth y demás chuches que todavía no sabe para qué sirven, a mi me regalaron una miserable bufanda y una cartera, a sabiendas que desde hace rete mucho tiempo no uso cartera.
Pues bien, este año no fue la excepción. Con todo y que en la comida previa en la que se realizó el sorteo, deslicé la sugerencia de que quería que me regalaran "Alta infidelidad", la novela de Rosa Montero que parafrasea el título de la novela de Hornby, una de mis tías terminó regalándome una pinche gorra deshilachada, que parecía que la había recogido de algún basurero.
Pero no. Cuando me dio el abrazo me dijo en voz baja y con mucho garbo: "es una Levi's".
Ahora díganme, no es para encabronarse que mi tía haya pagado más por esa gorra de indigente, que por el infamous libro que yo quería? Pues bien, yo también me enojé, pero tuve que poner cara de satisfacción y agradecer con un falso: "gracias tía, no te hubieras molestado".
En fin, he sido víctima de la infeliz moda indigente, en la cual hay que pagar el doble por unos jeans desgastados y unas botas que parecen levantadas de un basurero.
Esto merece un sentido ¡chale!
Al respecto debo señalar de entrada la injusticia, mala suerte o maldición que pende sobre mi en todo lo que tiene que ver con los sorteos y los juegos de azar. Nunca me gano ni el reintegro de la loteria, y en los sorteos siempre me toca la peor parte; por ejemplo, cuando estaba en la secundaria, recuerdo que en los sorteos para los intercambios de regalos, siempre me tocaba regalarle a los que más gordos me caían, y a mi siempre me regalaban los más tacaños del salón.
Así, mientras yo regalaba algo bonito e invertía el tiempo necesario para encontrar algo bueno, bonito y barato, a mi invariablemente me regalaban calcetines o lapiceras de tres pesos.
Y qué decir de los intercambios organizados en familia durante los últimos años. La cosa no es diferente respecto a los tiempos de la adolescencia.
El año pasado, por ejemplo, una de mis primas me regaló un (perdón por la palabreja que voy a emplear, pero nomás de recordar ya hasta me enmuiné de nuevo) jodido libro de Paulo Coelho, con la justificación de que ella lo había leído y como le gustó, supuso que a mi también me gustaría.
Hace dos años, mientras a mi mamá le regalaron un teléfono celular con mp3, bluetooth y demás chuches que todavía no sabe para qué sirven, a mi me regalaron una miserable bufanda y una cartera, a sabiendas que desde hace rete mucho tiempo no uso cartera.
Pues bien, este año no fue la excepción. Con todo y que en la comida previa en la que se realizó el sorteo, deslicé la sugerencia de que quería que me regalaran "Alta infidelidad", la novela de Rosa Montero que parafrasea el título de la novela de Hornby, una de mis tías terminó regalándome una pinche gorra deshilachada, que parecía que la había recogido de algún basurero.
Pero no. Cuando me dio el abrazo me dijo en voz baja y con mucho garbo: "es una Levi's".
Ahora díganme, no es para encabronarse que mi tía haya pagado más por esa gorra de indigente, que por el infamous libro que yo quería? Pues bien, yo también me enojé, pero tuve que poner cara de satisfacción y agradecer con un falso: "gracias tía, no te hubieras molestado".
En fin, he sido víctima de la infeliz moda indigente, en la cual hay que pagar el doble por unos jeans desgastados y unas botas que parecen levantadas de un basurero.
Esto merece un sentido ¡chale!
2 comentarios:
Oiga Maese el libro por el q está obsesionado no será Rosa Béltrán??
El título me suena, juro y perjuro que pude haberlo visto en alguna librería o en alguna publicación de los más hit parade de libros.
Pero vamos maese ya alguien se lo regalará. No se desespere.
Hablando de los intercambios, recuerdo que pasé por lo mismo en mis tiempos colegiales y ni recordar.
Por lo tanto maese, nos estamos en sintonía.
P.S. Ya leyó la burrada de Bejarano q le envié???? Que risa no?? Q no mame! (Una disculpa pública a los discípulos del Dottore Zúñiga, por la palabra utilizada)
Ciertamente, es Rosa Beltrán. Gracias por la correción
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