Por estos días la intelectualité mexicana está de fiesta, o por lo menos simula estarlo, festejando los 80 años de vida de Carlos Fuentes, integrante sobresaliente del Club de las Momias vivientes, que desde los años sesenta se apoderaron de la industria y los espacios culturales de este país de globos, bicicletas, y ahora, de avioncitos que se caen.
No es en modo alguno un acto de irreverencia identificar a Fuentes con ése grupo integrado por Poniatowska, Monsivais, Carballo y demás vejestorios. Más bien es una descripción a-literaria; es decir, la crítica no es a su obra -que en los últimos años, contrario a lo que se pudiera esperar ha decaido notablemente- sino a su andanzas a salto de mata entre la literatura y la política. Y en este sentido, la verdad es que las incursiones políticas de todos los escritores pertenecientes más o menos a la misma generación de Fuentes ha sido cuando menos desafortunadas: García Márquez fue a rendirle pleitesía a Fidel Castro y ahora reniega de él; Fuentes criticó al régimen priísta pero aceptó una embajada, al igual que Octavio Paz -aunque él, con todo y lo mal que me cae, es harina de otro costal- Monsivais opina de todo entre murmullos y Poniatowska... bueno, después de lo de López Obrador, Poniatowska simplemente causa ternura.
Y ahí anda la intelectualité, quemándole incienso a Fuentes acompañado de ése otro totem latinoamericano que es Gabril García Márquez, al que con todo y que también me cae mal, le profeso un respeto tal, que no podría llamarle insolentemente "Gabo".
En la literatura como en la política, los espacios nunca quedan vacíos; muere el Rey y vive el Rey. Esto viene a cuento porque la semana pasada murió uno de los escritores que se ubican en las antípodas del Club de las Momias Vivientes. Por supuesto que me refiero a Paco Ignacio Taibo, al que los medios le dedicaron una notita casi intrascendente.
Taibo no fue un literato mamón, o en palabras de Andrés Henestrosa, "un literato apretado. El escritorcito que llega a apantallar es un mamón y además un imbécil".
Sin el ánimo de escribir la gran obra, Taibo le imprimió su particular perspectiva a la descripción de la industria cultural mexicana. Pero precisamente por ser un escritor anti stablishment no obtuvo los reflectores, ni las atenciones que hubiese merecido.
En fin, que murió Taibo, autor de El hombre sin corbata y otras fabulaciones e inmerecidamente fue relegado a segundo plano.
Supongo que el mejor homenaje que se le puede rendir es precisamente leerlo y difundir su obra para que quienes apenas se inician en los andares por los caminos literarios, sepan que más allá de las momias vivientes también hay buena literatura, muy buena literatura.
P.S Lo que más me gustó de Taibo fue el hecho de haber sido un gran crítico de María Félix, esa señora infumable de la supuesta época de oro del cine mexicano.
2 comentarios:
ojala yo pudiera escribir un libro cada vez que me siento a filosofar en el baño.
Y aunque tengo un libro en el tintero, espero no llegar los 80 como Monsivaís, Fuentes o la Princesa Poniatowska.
Hola. ¿Cómo estas?...
Hace muchos días no te leía, y me alegro que aún te quede tiempo para exponer de esa forma tan agradable tus pensamientos (aunque honestamente, no siempre es "agradable", pero siempre escribes bien)...
Sólo quería preguntarte ¿¿¿por qué en tus dos últimas entradas haces alusión frente a tan excelentes escritoras, de Gabriel García Márquez , alias "Gabo"...???, Para eso puedes usar a Octavio Paz... también tiene un Nobel y escribe peor....
Disculpa lo atrevida, pero quería darte más opciones....
Tu entiendes, me alborotas el chovinismo...
Espero que estés bien, y que sigas siendo feliz... Como siempre.
Paola
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