Cualquiera que haya llegado temprano a una sala de cine se ha fumado las pautas publicitarias que para ese formato de proyección han preparado compañías como Coca Cola (sus comerciales en ocasiones son auténticos cortometrajes bien realizados y en otras más bien parecen avances de la Rosa de Guadalupe), Samsung y alguna otra más que en este momento no recuerdo; pero, sobre todo, todos hemos visto los que, a raíz del reciente diferendo con Televisa y TV Azteca, Telcel proyecta en las salas de cadenas como Cinepolis y Cinemex (cuando funcionan sus proyectores y no se caen sus telones o balean a niños en sus salas).
De igual manera, cualquiera que tenga oportunidad de transitar por avenidas como el Circuito Interior de la Ciudad de México o hacer fila en cualquier caseta de cobro de alguna autopista federal, ha visto los anuncios espectaculares de esa compañía telefónica en los que aparece un enorme globo aerostático sobre un fondo blanco y un slogan que dice “La Red en tus manos” estampado sobre diversas imágenes que asemejan un collage.
Para un observador poco interesado, es decir, casi todos los que constituimos el target de las campañas publicitarias, los promocionales de Telcel son como cualesquiera otros. Sin embargo, si nos detenemos a mirar un poco el mensaje visual, es imposible no formularse una que otra ingenua pregunta.
Lo primero que uno se cuestiona es si las locaciones que sirven de fondo para los actores que aparecen sonriendo y prodigándose abrazos y besos con una cancioncita “buena onda” como soundtrack, son mexicanas.
En las diferentes escenas aparecen paisajes pintorescos que van desde verdes campos, hasta soleadas y blancas playas, pasando por plazuelas blancas rodeadas de fuentes y portales. No dudo, desde luego, que México tenga todos esos paisajes. Pero todo el montaje de la pauta publicitaria es lo que los hace aparecer irreales, sobre todo cuando uno se pregunta ¿por qué no escogieron la playa de Caleta en Acapulco? ¿o la Plaza de la Soledad en la Ciudad de México?
Gente de todos los días
Y más aun, ¿de dónde sacan que la gran mayoría de los mexicanos son tan caribonitos como los actores que ahí salen enviando textos y fotografías desde teléfonos (presuntamente)inteligentes? ¿Por qué no proyectar imágenes reales de gente real usando teléfonos reales, es decir, de esos con tecnología TDMA y pantalla monocromática que venden en las tiendas de conveniencia? Al fin y al cabo esos son los usuarios reales de los servicios de la telefónica.
De modo pues, que al mirar con un poco de detalle esas pautas publicitarias y mal pensando como uno siempre lo hace, no puede más que concluir que se trata de campañas en las que la fórmula extranjerizante realza el carácter aspiracional del consumo de los servicios ofrecidos por esa compañía y, en general, por todas las del sector (los comerciales de Telefónica no son menos aspiracionistas) a partir de una premisa que aún permanece muy arraigada en la psique colectiva (el imaginario colectivo de la sociedad le llamaría Castoriadis) de los mexicanos: lo extranjero siempre es mejor que lo nacional.
Eso lo saben los mercadólogos y lo explotan hasta el paroxismo en pautas como la de Telcel, que son clasistas, aspiracionales y snobistas.
Al final, lo que importa no es si la red está en tus manos o no, sino el sentido de integración, identidad y pertenencia que te dará reproducir alguna de las conductas “buena onda” de los actores “buena onda” de los lugares “buena onda” que aparecen en esos comerciales.
Ya si el servicio que ofrece la compañía es una deplorable porquería pasa a segundo plano cuando la maravilla de esa boca ilumina todo como el sol…
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