La respuesta que ofrecí en el texto anterior a la pregunta planteada por Elisa, bien podría ser satisfactoria y concluyente. Sin embargo, considero que como observador atento y sistemático del acontecer sociopolítico, debo de ofrecer una respuesta más amplia, que sitúe el problema o fenómeno coyuntural objeto del análisis, en un contexto más amplio, tanto en terminos históricos como conceptuales.
En ese sentido, he aquí la contextualización del problema planteado en la pregunta de Elisa, a quién, por cierto, agradezco haberme recordado que en este espacio también puedo escribir como politólogo y no sólo como un simple cuenta cuentos.
* * *
Los orígenes históricos del establishment político, entendido como el conjunto de actores –individuales y colectivos- que participan en torno a la dinámica decisoria del poder político, se remontan al periodo de formación de los Estados nacionales, entre los siglos XVI y XVII, en Europa.
En aquella época, la concentración del poder requería además de la unificación y control territorial y la integración de un ejército nacional, la conformación de un sector social especialmente dedicado a la gestión de los asuntos públicos, a influir en las decisiones del Rey y de sus ministros. Ése sector se concentró fundamentalmente en las cortes, ya fuera bajo la forma parlamentaria, como en el caso inglés, donde participaban los lores y los comunes, o bajo la forma de los estados geneales, como en el caso francés.
Las cortes no sólo eran espacios de deliberación e influencia en las decisiones tomadas por el monarca, sino también espacios de construcción de amplias redes sociales de apoyo, así como arenas donde las tensiones entre los diferentes grupos se dirimían bajo el arbitrio del Rey.
Posteriormente, con el advenimiento de las experiencias republicanas, las cortes se disolvieron y los parlamentos y asambleas deliberativas tomaron su lugar. La alta aristocracia perdió su privilegiada posición en el círculo de influencia en el poder, y éste se amplió a otros sectores sociales en crecimiento, como lo eran los industriales y líderes gremiales.
Ya hacia el siglo XIX, con la aparición de los partidos políticos modernos el establishment dio cabida a los liderazgos partidistas, a la intelectualidad destacada y a la prensa escrita; aunque a ésta última de forma más bien marginal.
Precisamente a finales del siglo XIX y principios del XX aparecieron los primeros teóricos del establishmente, que le otorgaron diferentes denominaciones en función de su particular perspectiva de aquél como objeto de estudio. Así, Pareto y Michels se enfocaron al estudio del núcleo fundamental del establishment, es decir, de las elites gobernantes. Por su parte, Gaetano Mosca ofreció una perspectiva de estudio más amplia al concebir a aquel como una categoría social heterogénea en su composición, pero homogénea en su objetivo, que era influir en el poder político y llegar a ejercerlo.
Más adelante, hacia 1961 Robert Dahl, un politólogo de la Universidad de Yale, publicó uno de los estudios más puntuales acerca del establishment norteamericano: Who governs. Democracy and Power in American City.
De hecho, a partir del estudio de esta obra se puede entender la elaboración conceptual de la “poliarquía”, que Dahl retoma del filósofo político medieval Johannes Althussius, y que apunta precisamente al hecho de que si bien hay un núcleo central de tomadores de decisiones en Estado, hay también varios núcleos u organizaciones que influyen en el proceso decisorio.
Respecto a la composición del establishment, ésta ha sido históricamente masculina. La oligarquía dirigente de los destinos políticos de cualquier estado moderno, es heredera de la larga tradición de misoginia que ha prevalecido en la política occidental, prácticamente desde la época de las ciudades-estado griegas.
Los casos de mujeres activas dentro del establishment hasta mediados del siglo XX son muy pocos. De momento sólo recuerdo los casos de Olimpia de Gouges durante la revolución francesa, y Rosa Luxemburgo y Louise Michel durante el auge del marxismo. Ya en el siglo XX sólo tengo la memoria los casos de Violeta Chamorro en Nicaragua y Margaret Tatcher en Inglaterra.
En México, honestamente, no recuerdo el caso de ninguna mujer protagónica hasta antes de la década de los años noventa. Esto debido quizá a que sólo hasta 1953 se les concedió el derecho a votar. Situación que por lo demás estuvo en consonancia con lo que acontecía en otros países de la región; lo que explica porqué apenas hasta ahora las mujeres están adquiriendo relevancia en la política.
Al ser durante mucho tiempo un grupo minoritario y relegado, las demandas y las exigencias de las mujeres fueron adoptadas como banderas ideológicas y puntos programáticos de las plataformas políticas de los partidos europeos de izquierda, particularmente a partir de los años ochenta.
En México, en tanto, las izquierdas continuaban enfrascadas en estériles debates sectarios acerca de la pureza marxista, trotskista o maoísta de sus militantes y cuadros dirigentes. Esto retardó su aggiornamiento ideológico. De manera que cuando éste llegó, a la par de su unificación a finales de los años ochenta, el costal ideológico se infló demasiado con retórica igualitarista. Pero en los hechos, los espacios políticos de participación para los grupos que decía representar, nunca fueron ocupados por éstos, sino por dirigentes históricos y priistas renegados.
De ahí que la oquedad de su discurso acerca del respeto a la diferencia viniera a hacerse evidente apenas hasta ahora, cuando las mujeres de izquierda han adquirido protagonismo político.
Es preocupante y decepcionante que en el más importante partido que se autodenomina de izquierda, prevalezca la misoginia y el desprecio a la capacidad política y las responsabilidades institucionales que han desplegado algunas de sus militantes.
La situación es todavía más preocupante cuando se observa que a la par de la misoginia, prevalecen el resentimiento y la mezquindad política de líderes destacados y poseedores de una todavía considerable simpatía entre sectores sociales mayoritarios.
Hasta aquí la primera parte de esta respuesta. Ya en el siguiente post intentaré abordar el tema de la gobernabilidad y los factores que la componen.
En ese sentido, he aquí la contextualización del problema planteado en la pregunta de Elisa, a quién, por cierto, agradezco haberme recordado que en este espacio también puedo escribir como politólogo y no sólo como un simple cuenta cuentos.
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Los orígenes históricos del establishment político, entendido como el conjunto de actores –individuales y colectivos- que participan en torno a la dinámica decisoria del poder político, se remontan al periodo de formación de los Estados nacionales, entre los siglos XVI y XVII, en Europa.
En aquella época, la concentración del poder requería además de la unificación y control territorial y la integración de un ejército nacional, la conformación de un sector social especialmente dedicado a la gestión de los asuntos públicos, a influir en las decisiones del Rey y de sus ministros. Ése sector se concentró fundamentalmente en las cortes, ya fuera bajo la forma parlamentaria, como en el caso inglés, donde participaban los lores y los comunes, o bajo la forma de los estados geneales, como en el caso francés.
Las cortes no sólo eran espacios de deliberación e influencia en las decisiones tomadas por el monarca, sino también espacios de construcción de amplias redes sociales de apoyo, así como arenas donde las tensiones entre los diferentes grupos se dirimían bajo el arbitrio del Rey.
Posteriormente, con el advenimiento de las experiencias republicanas, las cortes se disolvieron y los parlamentos y asambleas deliberativas tomaron su lugar. La alta aristocracia perdió su privilegiada posición en el círculo de influencia en el poder, y éste se amplió a otros sectores sociales en crecimiento, como lo eran los industriales y líderes gremiales.
Ya hacia el siglo XIX, con la aparición de los partidos políticos modernos el establishment dio cabida a los liderazgos partidistas, a la intelectualidad destacada y a la prensa escrita; aunque a ésta última de forma más bien marginal.
Precisamente a finales del siglo XIX y principios del XX aparecieron los primeros teóricos del establishmente, que le otorgaron diferentes denominaciones en función de su particular perspectiva de aquél como objeto de estudio. Así, Pareto y Michels se enfocaron al estudio del núcleo fundamental del establishment, es decir, de las elites gobernantes. Por su parte, Gaetano Mosca ofreció una perspectiva de estudio más amplia al concebir a aquel como una categoría social heterogénea en su composición, pero homogénea en su objetivo, que era influir en el poder político y llegar a ejercerlo.
Más adelante, hacia 1961 Robert Dahl, un politólogo de la Universidad de Yale, publicó uno de los estudios más puntuales acerca del establishment norteamericano: Who governs. Democracy and Power in American City.
De hecho, a partir del estudio de esta obra se puede entender la elaboración conceptual de la “poliarquía”, que Dahl retoma del filósofo político medieval Johannes Althussius, y que apunta precisamente al hecho de que si bien hay un núcleo central de tomadores de decisiones en Estado, hay también varios núcleos u organizaciones que influyen en el proceso decisorio.
Respecto a la composición del establishment, ésta ha sido históricamente masculina. La oligarquía dirigente de los destinos políticos de cualquier estado moderno, es heredera de la larga tradición de misoginia que ha prevalecido en la política occidental, prácticamente desde la época de las ciudades-estado griegas.
Los casos de mujeres activas dentro del establishment hasta mediados del siglo XX son muy pocos. De momento sólo recuerdo los casos de Olimpia de Gouges durante la revolución francesa, y Rosa Luxemburgo y Louise Michel durante el auge del marxismo. Ya en el siglo XX sólo tengo la memoria los casos de Violeta Chamorro en Nicaragua y Margaret Tatcher en Inglaterra.
En México, honestamente, no recuerdo el caso de ninguna mujer protagónica hasta antes de la década de los años noventa. Esto debido quizá a que sólo hasta 1953 se les concedió el derecho a votar. Situación que por lo demás estuvo en consonancia con lo que acontecía en otros países de la región; lo que explica porqué apenas hasta ahora las mujeres están adquiriendo relevancia en la política.
Al ser durante mucho tiempo un grupo minoritario y relegado, las demandas y las exigencias de las mujeres fueron adoptadas como banderas ideológicas y puntos programáticos de las plataformas políticas de los partidos europeos de izquierda, particularmente a partir de los años ochenta.
En México, en tanto, las izquierdas continuaban enfrascadas en estériles debates sectarios acerca de la pureza marxista, trotskista o maoísta de sus militantes y cuadros dirigentes. Esto retardó su aggiornamiento ideológico. De manera que cuando éste llegó, a la par de su unificación a finales de los años ochenta, el costal ideológico se infló demasiado con retórica igualitarista. Pero en los hechos, los espacios políticos de participación para los grupos que decía representar, nunca fueron ocupados por éstos, sino por dirigentes históricos y priistas renegados.
De ahí que la oquedad de su discurso acerca del respeto a la diferencia viniera a hacerse evidente apenas hasta ahora, cuando las mujeres de izquierda han adquirido protagonismo político.
Es preocupante y decepcionante que en el más importante partido que se autodenomina de izquierda, prevalezca la misoginia y el desprecio a la capacidad política y las responsabilidades institucionales que han desplegado algunas de sus militantes.
La situación es todavía más preocupante cuando se observa que a la par de la misoginia, prevalecen el resentimiento y la mezquindad política de líderes destacados y poseedores de una todavía considerable simpatía entre sectores sociales mayoritarios.
Hasta aquí la primera parte de esta respuesta. Ya en el siguiente post intentaré abordar el tema de la gobernabilidad y los factores que la componen.
3 comentarios:
Interesante el tema a tratar... muy interesante.
Aunque me considero algo ignorante al respecto como para darte una opinión que se respeta jeje, gomen xD
Pero ps, sigue así! yo me pasaré a buscar la sig parte ;)
Bye!
Gracias por seguir dando respuesta a mí pregunta.
Me surgió otra duda durante la lectura que hice del post. ¿Qué es el aggiornamiento ideológico? no había escuchado o leído ese término antes y lo busqué en el diccionario pero no lo encontré.
Se que son muchas preguntas, pero el tema captó mi atención.
Un saludo
Doctor, no es exageracion, pero creo que es la primera vez que se ocupa de temas relacionados con la profesión en su blog.
Me gustó la primera respuesta que formuló respecto al stablishment. A reserva de leer la segunda parte, esta otra respuesta más ampliada me parece un poco imprecisa, porque en tres párrafos se recitó tres siglos de desarrollo de las instituciones políticas, y pone al stablishment al nivel de una institución como el Parlamento. Aunque supongo que fue con fines meramente didácticos.
Como sea, lo felicito por escribir así.
Cuídese
Mauro
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