Casi 700 palestinos muertos y más de 3000 heridos es hasta ahora el saldo de la atroz acometida israelí en la Franja de Gaza en tan sólo dos semanas.
Puesta en un contexto más amplio, esa cifra no se compara con los seis millones de judíos muertos durante la II Guerra Mundial. Pero las causales de una cifra y otra son completamente distintas. Las razones que explican el sistemático exterminio implementado por el régimen nazi, fueron de índole político y económico. La gran mayoría de los judíos que vivían en Europa Meridional durante las primeras décadas del siglo XX habían formado una elite financiera y empresarial muy prospera e importante. Tenían influencia en la política local de los respectivos países en los que se habían asentado.
Resultado de la I Guerra Mundial, Alemania había quedado en la bancarota y con la moral popular por los suelos. Hacía falta un chivo expiatorio que absorbiera las culpas y los resentimientos de una nación derrotada. Hitler lo intuyó muy bien y apuntó las baterías del resentimiento hacia los judíos, que por lo demás habían logrado integrarse a las costumbres y tradiciones culturales de las naciones que los habían recibido.
Su exterminio fue a todas luces una infamia y un atentado contra la razón; máxime cuando muchos de los humanistas y científicos más destacados de la época eran precisamente de ascendencia semita.
En contraste, las causas que explican la infame embestida israelí en contra de la población palestina de Gaza son el odio y la intolerancia religiosa mutua, así como la ambición desmedida por parte del Estado judío para apropiarse de un territorio que por siglos le ha pertenecido a los philistei, o palestinos.
No obstante, después de la experiencia de Auschwitz, lo que cabría esperar de un pueblo que padeció la persecución y el genocidio sería una actitud más humana y abierta a la comprensión de la otredad. Pero no ha sido así. Más bien pareciera que los judíos aprendieron con presteza los métodos de exterminio y de canalización tecnológica del odio, aplicándolos puntualmente en contra de sus vecinos pobres y acorralados.
Por supuesto que como todos los conflictos, éste entre árabes y judíos tiene un trasfondo político; pero también una dimensión humana en la que personas comunes, niños, jóvenes y ancianos, padecen el temor, la zozobra y el dolor causado por la muerte.
El martes pasado Jean-Claude Leclerc escribía en Le Devoir una reflexión muy interesante a propósito de ése conflicto y de los augurios para este año que recién comienza. Decía que no obstante la esperanza generada entre amplios sectores de la sociedad a nivel internacional con el triunfo de Barack Obama, el 2009 es un año de “todos los peligros” debido a la crisis económica y a la situación de Medio Oriente.
Pero lo más importante es que recordó que la II Guerra Mundial fue precedida de una crisis financiera y una depresión económica, así como por la irresponsabilidad generalizada de los gobiernos y la impotencia de la Sociedad de las Naciones para detener el ascenso del fascismo.
En el parangón con la situación actual, Leclerc recordó también que los gobiernos han ayudado a los ricos que han sido los responsables de la crisis del sistema financiero internacional, produciendo desempleo y pobreza masivos.
Y concluía augurando que “Será un milagro si en 2009 no sucumbimos a las peores demagogias, dictaduras y persecuciones, como en los años 30”.
Puesta en un contexto más amplio, esa cifra no se compara con los seis millones de judíos muertos durante la II Guerra Mundial. Pero las causales de una cifra y otra son completamente distintas. Las razones que explican el sistemático exterminio implementado por el régimen nazi, fueron de índole político y económico. La gran mayoría de los judíos que vivían en Europa Meridional durante las primeras décadas del siglo XX habían formado una elite financiera y empresarial muy prospera e importante. Tenían influencia en la política local de los respectivos países en los que se habían asentado.
Resultado de la I Guerra Mundial, Alemania había quedado en la bancarota y con la moral popular por los suelos. Hacía falta un chivo expiatorio que absorbiera las culpas y los resentimientos de una nación derrotada. Hitler lo intuyó muy bien y apuntó las baterías del resentimiento hacia los judíos, que por lo demás habían logrado integrarse a las costumbres y tradiciones culturales de las naciones que los habían recibido.
Su exterminio fue a todas luces una infamia y un atentado contra la razón; máxime cuando muchos de los humanistas y científicos más destacados de la época eran precisamente de ascendencia semita.
En contraste, las causas que explican la infame embestida israelí en contra de la población palestina de Gaza son el odio y la intolerancia religiosa mutua, así como la ambición desmedida por parte del Estado judío para apropiarse de un territorio que por siglos le ha pertenecido a los philistei, o palestinos.
No obstante, después de la experiencia de Auschwitz, lo que cabría esperar de un pueblo que padeció la persecución y el genocidio sería una actitud más humana y abierta a la comprensión de la otredad. Pero no ha sido así. Más bien pareciera que los judíos aprendieron con presteza los métodos de exterminio y de canalización tecnológica del odio, aplicándolos puntualmente en contra de sus vecinos pobres y acorralados.
Por supuesto que como todos los conflictos, éste entre árabes y judíos tiene un trasfondo político; pero también una dimensión humana en la que personas comunes, niños, jóvenes y ancianos, padecen el temor, la zozobra y el dolor causado por la muerte.
El martes pasado Jean-Claude Leclerc escribía en Le Devoir una reflexión muy interesante a propósito de ése conflicto y de los augurios para este año que recién comienza. Decía que no obstante la esperanza generada entre amplios sectores de la sociedad a nivel internacional con el triunfo de Barack Obama, el 2009 es un año de “todos los peligros” debido a la crisis económica y a la situación de Medio Oriente.
Pero lo más importante es que recordó que la II Guerra Mundial fue precedida de una crisis financiera y una depresión económica, así como por la irresponsabilidad generalizada de los gobiernos y la impotencia de la Sociedad de las Naciones para detener el ascenso del fascismo.
En el parangón con la situación actual, Leclerc recordó también que los gobiernos han ayudado a los ricos que han sido los responsables de la crisis del sistema financiero internacional, produciendo desempleo y pobreza masivos.
Y concluía augurando que “Será un milagro si en 2009 no sucumbimos a las peores demagogias, dictaduras y persecuciones, como en los años 30”.
Lo paradójico es que en este tiempo de incredulidad, sea precisamente en la espera de un milagro en la que tengamos que fincar nuestras expectativas futuras.
3 comentarios:
Bueno, ya leí ésta y las dos entradas más que tienes acerca de la guerra que se está dando en la franja de Gaza, y ¿qué decir de semejante conflicto que tiene sus raíces bien, pero bien profundas en pensamientos políticos, económicos, territoriales y sobretodo religiosos?... Guerra es guerra, bien lo dijiste, y sí, tienes razón, Israel está y estará siempre mejor equipado para una guerra de esta índole que cualquier otro país.
Pero, en esta guerra en particular, hay mirar el verdadero contexto... Israel siempre ha sido un pueblo nómada através de los años, y los palestinos siempre han sido los "dueños" de esa tierra (según la historia", pero los judios pelean por su "promesa", esa que le hizo Dios alguna vez al Padre Abraham (que también es el padre de los palestinos), y arrancan a los "madrazos" a quitarles la tierra a los palestinos... Esta guerra viene de muchos años atrás, no es nuevo que se maten entre sí, es solo que antes se mataban con hondas y piedras, y ahora con misiles y balas.
Saludos.
Paola
Y hay que pensar en un dicho que se tiene en el pueblo protestante: "Lo que pasa en Jerusalen, es el verdadero reloj del fin del mundo"... O sea... EL MUNDO SE VA A ACABAR!!!...
Paola
Victor: Te recomiendo que leas el blog de "Frente al espejo", de José Hamra, creo que hallarás, al igual que yo, algunos ecos. http://espejoalfrente.blogspot.com/
Ayer vi en internet una manifestación expontanea que hubo en Santiago de Chile, frente a la embajada Israelí y luego Gringa, fueron más 10 mil personas, hoy reforma ostentaba nuestra falta de interés y conciencia con apenas unas 1300, según reportes de radio, en esta la urbe más grande del mundo.
Me recuerda el poema de Brecht, y abusando de tu espacio, lo comparto:
"Primero se llevaron a los comunistas
pero a mí no me importó
porque yo no era.
En seguida se llevaron a unos obreros
pero a mí no me importó
porque yo tampoco era.
Después detuvieron a los sindicalistas
pero a mí no me importó
porque yo no soy sindicalista.
Luego apresaron a unos curas
pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí
pero ya es tarde."
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