23 jun 2009

En defensa de la política II de V

El perfil social de ése movimiento que promueve la anulación del voto es bastante conocido. Se trata de un conjunto de organizaciones de la sociedad civil que han participado en la organización de marchas muy nice para protestar por la inseguridad pública, y que han ideado valientes formas de protesta, como el salir vestidos de blanco o portando un moñito de un determinado color a la altura del pecho, para mostrar el descontento contra una clase política que reúne todos los defectos posibles, es decadente y casi casi demoníaca (Gandhi: muérete de la envidia, porque ésas formas de protesta no te las sabías… perdón, olvidaba que ya estás muerto).

Se trata de organizaciones formadas por personas con estudios universitarios, generalmente realizados en centros de educación superior de carácter privado, que cuentan con un nivel socioeconómico relativamente decoroso y que se conciben a si mismos como la encarnación de la moral pública y de la conducta cívica.

Ellos reúnen todas las cualidades de la cultura cívica de que hablaban Almond y Verba en su ya clásico libro titulado precisamente The civic culture, y desde su atalaya de pulcritud y prístina conciencia social, contemplan el horrendo espectáculo de la lucha por el poder político.

Hartos de ésa situación de degeneración de la virtud pública decidieron que sería bueno que las masas amorfas que infestan las calles y los lugares públicos, y que de vez en vez han utilizado para llenar sus marchas de protesta, acudan a las urnas a anular su voto para mostrarles a esos políticos egoístas, mafiosos y degenerados, que la “sociedad” ya está hasta la madre de ellos (emplear el término “pueblo” suena muy naco y político, o a político naco, así que ¡qué horror!).

Pues bien, si me he esforzado para escribir con sorna acerca de ése sector de la sociedad (en realidad no es ningún esfuerzo, me sale muy natural esto del escarnio) es porque quiero evidenciar el trasfondo de su propuesta, que es la despolitización de la sociedad, para que sólo pequeños sectores sean los que tengan influencia real en la agenda de discusión de los temas públicos.

Y bueno, para quienes llegasen a leer esto por mera causalidad, debo decir que soy politólogo de formación, que trabajo haciendo análisis político, leyendo muchos periódicos y que durante algún tiempo me dediqué a dar clases de teoría política y a hacer investigación académica; de manera que algo debo de saber acerca de la naturaleza y el funcionamiento de la política, como para formular este tipo de planteamientos.

1 comentario:

LicCARPILAGO dijo...

ok, ok... tus cartas credenciales eran innecesarias pero, de acuerdo, de vez en cuando son importantes para vertir opiniones "con los pelos de la burra en la mano"

espero las siguientes entregas.