26 ene 2007

Kapuscinski (ahora sí)

Esta vez no se me olvidó el texto acerca de Kapuscinski, así que sin más preambulo ahí va:

El martes 23 de Enero del corriente murió en Varsovia el genial periodista polaco Ryszard Kapuscinski.

Aunque era uno de los mejores periodistas del mundo, su fama no logró traspasar los umbrales de su propio gremio; de manera que no es de extrañar que entre amplios sectores del medio universitario –y no se diga entre las amplias mayorías- su muerte pase desapercibida.

En lo personal, el descubrimiento del trabajo periodístico de Kapuscinski se lo debo a la doctora Lourdes Quintanilla, a saber, una de las grandes figuras académicas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que en algunas de las clases relativas a la Guerra Fría recomendó al grupo la lectura de El Imperio, la crónica que el periodista polaco había realizado como resultado de su viaje por el vasto territorio de la otrora poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que en los días de su expedición periodística se encontraba ya en franco declive.

Al leer las crónicas en las que Kapuscinski logró retratar en una prosa precisa y moderada, la decadencia y descomposición del más serio y grande experimento de cambio social emprendido como resultado de las ambiciones utópicas de la modernidad, simplemente quedé fascinado pero al mismo tiempo sumido en una profunda reflexión acerca de la importancia y peligro de las ideas; pues habían sido ellas las causantes de una disputa política, económica y tecnológica que en constantes ocasiones estuvo a punto de conducir al mundo a una rápida destrucción.

En honor a la verdad, debo confesar que la motivación para acercarme y aprender lo poco que sé acerca del oficio de escribir, se la debo a pocos personajes del mundo de la narrativa , entre los cuales figura precisamente Kapuscinski; (ya del estilo corrosivo e irónico la culpa es toda mía, pero reconozco la influencia de Kundera, Eco y Adams).

De hecho asistí a la conferencia que Kapuscinski leyó en el Instituto de Investigaciones Filológicas, en Ciudad Universitaria. Recuerdo que el evento fue un caos total, debido a que algunos profesores de ciencias de la comunicación (claro, qué se podía esperar de ellos y sus alumnos) decidieron mandar a sus alumnos a escuchar la conferencia y escribir una breve reseña, que seguramente redundaría en algún punto extra para la nota final.

Esa situación provocó la saturación de la sala en la que se realizaba el evento y muchos estuvimos a punto de quedarnos fuera.

Lo triste del caso es que muchos de los asistentes forzados a escuchar a Kapuscinski -que se supone pensaban dedicarse profesionalmente al ejercicio del periodismo- ni siquiera conocían al autor de Ebano y La guerra del fútbol, por citar dos de las crónicas más importantes que leí después de El Imperio.

En fin, ojalá que después de haber visto y relatado las diferentes facetas de la miseria humana, del dolor y la angustia de existir, Kapuscinski esté descansando en paz. Su nombre, entre quienes sentimos satisfacción al leer su obra, seguirá vivo.

A continuación publico una breve reseña que escribí acerca de El Imperio. Como se podrá observar, tiene algunos errorcillos de sintaxis y estilo, además de que el ritmo es pésimo. No se trata justificar mi propia sandez, pero esa reseña la escribí cuando mi único y supuestamente autorizado referente del buen escribir era German Dehesa…



"Al mundo lo amenazan tres plagas, tres pestes.
La primera es la plaga del nacionalismo.
La segunda es la plaga del racismo.
Y la tercera es la plaga del fundamentalismo
religioso".

Ryszard Kapuscinski.

Las ideas como dice Federico Reyes Heroles, son como los cabellos, hay que peinarlas constantemente para que no se enreden. En efecto, durante la lectura de una obra literaria, de súbito nos asalta una lluvia de ideas que, cual granizo al caer en la lamina, hacen mucho ruido para luego desvanecerse; constituyendo un acto que a nuestro entender significa que el autor ha logrado su propósito, es decir, provocar en el lector la reflexión y la critica. Y precisamente en el curso de esta reflexión es conveniente ordenar de manera sistemática las ideas, pues de lo contrario, el análisis resultaría en una burda perorata cantinflesca.

Afirmo lo anterior porque las más de las veces, los humanos solemos practicar dos maneras de pensamiento, de manera particular en esta etapa particular de nuestra vida, que representa al eslabón perdido en la cadena evolutiva, es decir al hormo sapiens. Así es, sucede que en ocasiones pensamos con las neuronas -que son las unidades fisiológicas destinadas a tal fin- y conseguimos expresar este pensamiento en imágenes, líneas y palabras; pero otras veces, no sería una exageración decir que la mayor parte de nuestra vida, pensamos con las hormonas. Sí, con las hormonas. Es entonces cuando comienza la publicación masiva -de hasta cuarenta ediciones- de toda clase de prosa simplona que va desde el libro vaquero, pasando por el ser excelente, hasta llegar al relato de febriles aventuras de una juventud extasiada, ¡el colmo de la ignominia!

Todo lo anterior viene a colación porque el presente trabajo es el resultado de un extraño híbrido surgido de la combinación de ambas maneras de pensar. Es el resultado de una lucha ontológica, existencial, mística y, sin ser pretensioso casi me atrevería a decir cósmica, del Yin que surgió del más remoto centro neurálgico para luchar contra el Yan, impulsivo y visceral, pues parece ser que solo de esta lucha, de esta extraña combinación puede surgir una interpretación lo más cercana posible a la realidad, susceptible de ser plasmada con una tinta netamente humana, como lo demuestra nuestro autor, el genial periodista polaco Ryszard Kapuscinski.

Sin embargo lo anterior no significa que todos estemos condenados a enfrentar tan angustioso momento, pues de lo contrario, no hubiesen existido hombres de una capacidad de raciocinio tales como Platón, Aristóteles, Kant o el propio Hegel que, irónicamente nos heredaron el trabajo más arduo: aplicar la teoría a la vida cotidiana. Y la ironía radica precisamente en pensar –de forma errónea quizá- que formular la teoría y dominarla en abstracto es lo difícil, cuando lo realmente complicado es aplicarla a los actos ordinarios, al comportamiento, al gobierno, a la economía. En este sentido la obra de Kapuscinsky es muy ilustrativa, porque podemos apreciar como, mientras en la cúpula dirigente del proletariado se hablaba de abolir la explotación de los trabajadores, basada en las tesis marxistas y leninistas, millones de rusos eran deportados a los campos de concentración para ser explotados de una manera vil e inhumana por el propio bolchevismo.

Otro ejemplo que ilustra nuestro argumento es el dominio y la manipulación ideológica derivados del uso mesiánico del discurso y la teoría para infundir en los trabajadores, ya por persuasión, ya por coerción y terror, las bondades del régimen socialista no sólo en las fabricas, también en las escuelas como lo relata nuestro autor cuando dice: "desde la primera clase aprendimos el alfabeto ruso. Empezamos con la letra S " de Stalin, el líder. El exégeta del marxismo-leninismo.

Retomando el caso ilustrativo del discurso mesiánico como un instrumento de persuasión de los trabajadores, es cierto que en un primer momento recibieron con entusiasmo las tesis socialistas, que directamente conllevaban a aceptar la dictadura del proletariado. Al respecto Platón decía en el libro VII de La República que "el conocimiento que tiene todo trabajador de la bondad y los efectos de su obra, no es, hablando propiamente, más que una simple fe, fundada en las instrucciones que recibió del que se sirve de ella, y a cuyos conocimientos tiene precisión de someterse" . Si aplicamos esta idea a la realidad soviética, vamos a ver que el socialismo no era la posibilidad así nada más, puesto que no era más que una simple fe, es decir una serie juicios valorativos de carácter dogmático. Más bien, el socialismo era una posibilidad entre tantas posibilidades reales que Lenin, Trostky y Stalin descalificaron como reformismo burgués. Lo que explica precisamente que la opción que decidieron tomar haya sido concentrar el poder y la intelligentsia en el partido, para de esta manera servirse de la fe de los obreros -como apunta Platón- que junto con su trabajo, permitiría al bolchevismo disputarse con occidente prácticamente la mitad del mundo.

Mientras esto sucedía en la escena política, en la escena cotidiana, que es la que siempre desdeñan los historiadores, comenzaba a vislumbrarse la formación de esas tres grandes nubes que, como dice nuestro autor, "pueden oscurecer el cielo del siglo XXI" ¿Por qué?

Vamos a plantear la situación de esta manera: los armenios que han tenido una cultura, una lengua y una serie de elementos que conforman su identidad como pueblo, mismos que son herencia centenaria, han tenido que luchar y más que eso, resistir el constante intento de imposición de otra cultura -diferente a la suya, obviamente- por parte de otros pueblos. Kapuscinski aborda en concreto el problema de la religión, pues mientras que los armenios son un pueblo cristiano, los pueblos circundantes son musulmanes y ven a los primeros como "una espina envenenada en el sano cuerpo del Islam" .

Si observamos con detenimiento vamos a encontrar en las líneas del párrafo anterior dos graves problemas. Dos "grandes plagas", a decir del autor. Por un lado tenemos el fundamentalismo religioso que genera intolerancia y actitudes retrogradas, fomentando la violencia y el asedio mutuos; y del otro lado tenemos al nacionalismo exacerbado, que surge como respuesta al acoso constante y como mecanismo para preservar y exaltar los rasgos culturales que proporcionan un singular sello de identidad.

Es importante, además, enfatizar que ninguno de estos problemas surge como un fenómeno aislado, sino que el surgimiento de uno de ellos intrínsecamente lleva consigo la aparición del otro. El resultado: una catástrofe social; luego entonces queda clara la interrogante que dio pauta a la reflexión hecha en estas líneas.

Pero falta una plaga, esta la constituye el racismo. Problema que se ilustra perfectamente en el pasaje en el que relata nuestro autor su visita a una iglesia ortodoxa, en la que un hombre ruso -el pasaje sucede en Moscú- que se encuentra al frente de una ceremonia de carácter religioso comienza a alabar los prodigios de la Rusia zarista al tiempo que ataca a la Revolución de Octubre, calificándola como el intento de exterminar a Rusia. Al respecto culpa a "¡los imperialistas, los bolcheviques y los sionistas, [pues son] esa internacional de verdugos y demonios [que] no podían soportar que el ruso fuera el más grande pueblo blanco del mundo!" .

Además, el racismo tiene un engendro igual de perverso, que es la xenofobia la cual a su vez genera marginación, odio, división y es producto de una herética fusión de racismo y nacionalismo exacerbado.

Las tres plagas de las que da cuenta Ryszard Kapuscinski encuentran acomodo en la celebre frase de Rousseau, que además constituye un paradigma para los Estados, pues decía él filosofo ginebrino que "el cuerpo político comienza a morir desde su nacimiento, llevando en sí los gérmenes de su propia destrucción" .

Efectivamente El Imperio soviético desde el momento mismo de someter bajo su dirección a pueblos confrontados durante siglos, comenzó a desarrollar un cáncer que se fue extendiendo hasta el punto de ser inextirpable, y en este lapso doloroso de tiempo el sufrimiento y la sangre fueron sus funestos síntomas.

Generalmente al finalizar la lectura de una obra de carácter histórico, en la que se narra un periodo particular de tiempo, de vidas particulares, terminamos aceptando la existencia de partes antagónicas entre sí, y como siempre sucede, sentimos lastima por las víctimas y un desmesurado odio hacia los victimarios. Sin embargo no analizamos que nuestra visión del problema solo se limita al conocimiento de la versión -en ocasiones demasiado temperamental y tendenciosa- de una de las partes. Por tanto no sería de extrañar que al terminar de leer El Imperio sintamos odio y resentimiento hacia el sistema socialista ahora extinto.

Y es que en algunos pasajes pareciera que Kapuscinski alaba, por contraposición, las “bondades” del capitalismo. Habla de la libertad versus opresión, de posibilidad versus determinismo, sin mencionar que también del lado de occidente hubo (ha habido) pobreza y sufrimiento durante el periodo de confrontación ideológica y tecnológica que significó la Guerra Fría. No obstante, habría que considerar el hecho de que Kapuscinski escribe como un polaco que sufrió la invasión rusa cuando niño; situación que no le resta importancia su obra pero que muestra una experiencia personal que puede leerse entre líneas.

Por otra parte y para concluir esta reseña, el marxismo no es una posibilidad acabada pues aun sigue vigente como tal. El proyecto que fracasó en la URSS fue el marxismo-leninismo, que como dice Furet en referencia a la Revolución de Octubre -que es su expresión fehaciente- "cierra su trayectoria no con una derrota en el campo de batalla, sino liquidando por si misma todo lo que se hizo en su nombre" .

Marx, en una crítica a un economista de su época, que decía que el dinero venía al mundo con una mancha de sangre en la mejilla, le reprocho que el capital lo hacia (venir al mundo) "chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies" .

Parafraseando a Marx, el socialismo vino al mundo y se fue, chorreando sangre, lodo y lagrimas, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Doctor, este blog me gustó más que ese tan frívolo que tenía en Live Spaces.

Se aprecia un ligero cambio de estilo, pero es muy positivo.

Qué bueno que aquí este excento de sombras y malas influencias al momento de escribir.

Un saludo y felicidades!
M.S

Anónimo dijo...

Esta entrada tiene mala suerte
es muy interesante pero tiene mala suerte, primero se le olvido,despuesla leí y en el instante que iva a comentar, llegó un visitante,hoy otra vez el comentario estaba escrito pero en un instante que me despegue de la pantalla llego mi sobrina y me cerro la ventana, así que esta vez pienso terminar.
bueno y como la tarea es larga
me límito a decir que en esta entrada lo que más me impacto no fue la noticia del fallecimiento de su personaje si no esa parte en la que habla de las ídeas.
En este momento no recuerdo a precision la frase pero lo que entendí es que la importancia de divulgar las ídeas es tanta que de
ser aceptadas pueden causar grandes atrocidades o verdaderas maravillas.
(perdón no se como no escribir cursilerías).
Sinceramente le digo que no he tenido la oportunidad de seguir los pasos de nadie en cuanto a escribir se refiere pero no me doy por vencido, por eso estoy aquí.
un saludo y continuo leyendo.